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22
1.47M
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5 values
Arciniegas,Ismael_Enrique
<XXI
En_La_Fuente
Campesinita que sola Cerca estás del manantial, Pareces una amapola En el dormido trigal. Oyes del agua el correr Y al cristal la frente inclinas. ¿Será que te quieres ver Entre rojas clavellinas? Tu cabellera muy negra Con las espumas contrasta, Y es flor que tu boca alegra Tu leve sonrisa casta. Campesinita que el son De la fuente estás oyendo: Sed tiene mi corazón, Y de sed se está muriendo.
es
García,Ignacio
XXI
Infinity
Siguen siendo mis pensamientos enriquecidos los que vuelven del infinito hacia ti... El poema es un árbol en el flujo de la mente La luz son sus raíces y una sílaba roja, es aura de su fronda En él voy a escribir éste y otros poemas ríos y abrevaderos, costas y latitudes Signos y trazos que la tinta vuelta perfume haga brotar en sílabas al interior de tu nombre
es
Flórez,Julio
<XXI
Oye_La_Historia_Que_Contome_Un_Día
Oye la historia que contome un día el viejo enterrador de la comarca: era un amante a quien por suerte impía su dulce bien le arrebató la Parca. Todas las noches iba al cementerio a visitar la tumba de la hermosa; la gente murmuraba con misterio: es un muerto escapado de la fosa. En una horrible noche hizo pedazos 1 el mármol de la tumba abandonada, cavó la tierra... y se llevó en los brazos el rígido esqueleto de la amada. Y allá en la oscura habitación sombría, de un cirio fúnebre a la llama incierta, sentó a su lado la osamenta fría 2 y celebró sus bodas con la muerta. Ató con cintas los desnudos huesos, el yerto cráneo coronó de flores, la horrible boca le cubrió de besos y le contó sonriendo sus amores. Llevó a la novia al tálamo mullido, se acostó junto a ella enamorado, y para siempre se quedó dormido al esqueleto rígido abrazado.
es
Neruda,Pablo
<XXI
Oda_A_Un_Gran_Atún_En_El_Mercado
En el mercado verde, bala del profundo océano, proyectil natatorio, te vi, muerto. Todo a tu alrededor eran lechugas, espuma de la tierra, zanahorias, racimos, pero de la verdad marina, de lo desconocido, de la insondable sombra, agua profunda, abismo, sólo tú sobrevivías alquitranado, barnizado, testigo de la profunda noche. Sólo tú, bala oscura del abismo, certera, destruida sólo en un punto, siempre renaciendo, anclando en la corriente sus aladas aletas, circulando en la velocidad, en el transcurso de la sombra marina como enlutada flecha, dardo del mar, intrépida aceituna. Muerto te vi, difunto rey de mi propio océano, ímpetu verde, abeto submarino, nuez de los maremotos, allí, despojo muerto, en el mercado era sin embargo tu forma lo único dirigido entre la confusa derrota de la naturaleza: entre la verdura frágil estabas solo como una nave, armado entre legumbres, con ala y proa negras y aceitadas, como si aún tú fueras la embarcación del viento, la única y pura máquina marina: intacta navegando las aguas de la muerte.
es
Acuña,Hernando_de
<XXI
Huir_Procuro_El_Encarecimiento
Huir procuro el encarecimiento, no quiero que en mis versos haya engaño, sino que muestren mi dolor tamaño cual le siente en efeto el sentimiento. Que mostrándole tal cual yo le siento será tan nuevo al mundo y tan extraño que la memoria sola de mi daño a muchos pondrá aviso y escarmiento. Así, leyendo o siéndoles contadas mis pasiones, podrán luego apartarse de seguir el error de mis pisadas y a más seguro puerto enderezarse, do puedan con sus naves despalmadas en la tormenta deste mar salvarse.
es
Flórez,Julio
<XXI
Oyendo_Está_Tus_Rumores
Oyendo está tus rumores allá abajo el ángel mío; corre y llévale estas flores que deshojo en tus hervores... Corre, corre, manso río Corre y dile que la adoro, que estoy pálido y sombrío, que por sus desdenes lloro, y dile que es mi tesoro; pero, corre, manso río. Mas si no oye mi quebranto, si desdeña el amor mío, entonces llévale el llanto que estoy vertiendo hace tanto sobre tus ondas ¡oh, río! Corre y dile que la adoro, que estoy pálido y sombrío, que por sus desdenes lloro, y dile que es mi tesoro; pero, corre, manso río. Mas si no oye mi quebranto, si desdeña el amor mío, entonces llévale el llanto que estoy vertiendo hace tanto sobre tus ondas ¡oh, río! Mas si no oye mi quebranto, si desdeña el amor mío, entonces llévale el llanto que estoy vertiendo hace tanto sobre tus ondas ¡oh, río!
es
Arciniegas,Ismael_Enrique
<XXI
En_El_Principio_El_Caos_Envolvía_Los_Mundos
En el principio el Caos envolvía los mundos Do el espacio y el tiempo rodaban sin medida, Y a los hijos del Cielo y de la Tierra, vida Les dio el seno de Gaia, de pezones fecundos. Luego la Estigia hundiolos en abismos profundos, Y nunca, como entonces, Primavera florida, Del sol más esplendores dio a la esfera encendida, Ni maduró más mieses en los campos jocundos. Adustos, ignorando placeres terrenales, El Olimpo habitaban los dioses inmortales Pero llovió rocío la bóveda infinita; El mar empezó a abrirse, se iluminó la bruma; Y desnuda, en las ondas, y entre radiante espuma, De la sangre de Urano, blanca surgió Afrodita.
es
Buesa,José_Ángel
<XXI
Tal_Vez_Por_Un_Capricho_Más_Triste_Que_Galante
Tal vez por un capricho más triste que galante cuente un día una historia que casi no es de amor. Tal vez estés ausente, o acaso estés delante, pero si estás delante lo contaré mejor. Diré que hubo una copa tallada de diamante, una flor sin rocío y un blanco surtidor. Pero aunque se moría de sed un caminante le negaron el agua para regar la flor. Como ves es una historia que puede no ser mía, pues habla de un suceso que ocurre cada día; burlar a un vagabundo, negar una merced. Pero al fin de este cuento vulgar y cotidiano, tú sentirás la copa de diamante en tu mano, y yo estaré de nuevo muriéndome de sed.
es
Guillén,Jorge
<XXI
La_Memoria_Quisiera_Con_Sus_Redes
La memoria quisiera con sus redes Salvarnos eso que se nos escapa, Casi deshecho por continua zapa, Abismo abajo, pútridas paredes. Todo se descompone. Tú no puedes, Memoria infiel, guardar tras esa capa De mendigo tus joyas, y en un mapa De remiendos concluyen tus mercedes. Algo flota, por fin, contra el olvido Que sin cesar rehace su marea Con su reiteración de rollo lento. En la orilla se yergue un conmovido Náufrago de alta mar. Dice, jadea, Algo evoca su voz. Si fue, ya es cuento.
es
Góngora,Luis_de
<XXI
Ser_Pudiera_Tu_Pira_Levantada,
Ser pudiera tu pira levantada, De aromátcos leños construida, Oh Fénix en la muerte, si en la vida Ave, aun no de sus pies desengañada. Muere en quietud dichosa y consolada A la región asciende esclarecida, Pues de más ojos que desvanecida Tu pluma fue, tu muerte es hoy llorada. Purificó el cuchillo, en vez de llama, Tu ser primero, y glorïosamente De su vertida sangre renacido, Alas vistiendo, no de vulgar fama, De cristiano valor sí, de fe ardiente, Más deberá a su tumba que a su nido. Muere en quietud dichosa y consolada A la región asciende esclarecida, Pues de más ojos que desvanecida Tu pluma fue, tu muerte es hoy llorada. Purificó el cuchillo, en vez de llama, Tu ser primero, y glorïosamente De su vertida sangre renacido, Alas vistiendo, no de vulgar fama, De cristiano valor sí, de fe ardiente, Más deberá a su tumba que a su nido. Purificó el cuchillo, en vez de llama, Tu ser primero, y glorïosamente De su vertida sangre renacido, Alas vistiendo, no de vulgar fama, De cristiano valor sí, de fe ardiente, Más deberá a su tumba que a su nido. Alas vistiendo, no de vulgar fama, De cristiano valor sí, de fe ardiente, Más deberá a su tumba que a su nido.
es
Álvarez,Luis
XXI
Poemas_Extranjeros
Amanecer en Palermo. -I- A bordo del Spartiventi (Un como moderno Eolo) mirabas, extático, las luces que, cada vez más, entregaban sus vidas. ¡Quién lo pensara durante otros instantes! Eran las de Nápoles, La ciudad cargada de sinuosas Leyendas musicales: —Torna a Sorrento, —¡O! sole mio, —Tu sei l’impero dell’armonia, —Santa Lucia, ¡O! dolce Napoli, ¿Quién lo pensara durante otros instantes? -II- Luego vino el litro de Salaparuta. —Il migliore corvo— como dijo después Emmanuele. Pero tú recordabas más cómo te mecías Al salir del comedor y tomar rumbo hacia los lavamanos Toillettes, servizzi, ya no distinguías otros sinónimos. Sólo discernías sobre tu abandonada Resistencia etílica. -III- Así transcurrió la travesía. Eolo soplaba para hendir La oscuridad oceánica. Y, al final, tu regalo: Las luces de Palermo, Ya dejadas atrás las musicales. Recuerdas que miraste, no viste, La ciudad que ya conocías Por su sangre. Con ella habías bebido Cada una de sus letras: La P de placenteros días. AL ... que sabían al vino de Salaparuta. La E, de estrecha cavidad tormentosa y tormentante Y la R de rosario Moderno Capaz de conducirte Desde la suavidad de la marmórea mano Hasta los estertores del cansancio deseado. -IV- Todo ese proemio fue tuyo, Coronado de topónimos: Monte de San Pellegrino. Con su gruta simbólica Como los limoneros caraqueños. Mondelo, bañando tu rosario desconocido. La Vergogna, sin su razón de ser. Colonna Rotta y sus panaros Cargados de magia y de ternura, Como los poemas de Paolo, O los ojos de Antonia, El perro de María O la solidaridad fraternal de Marino. -V- Y otra vez, al final... Göthe... Veinte años esperándote En las puertas del Jardín Botánico, Para mostrarte la ühr Form Que él quiso encontrar En la mujer Italia. A bordo del Spartiventi (Un como moderno Eolo) mirabas, extático, las luces que, cada vez más, entregaban sus vidas. ¡Quién lo pensara durante otros instantes! Eran las de Nápoles, La ciudad cargada de sinuosas Leyendas musicales: —Torna a Sorrento, —¡O! sole mio, —Tu sei l’impero dell’armonia, —Santa Lucia, ¡O! dolce Napoli, ¿Quién lo pensara durante otros instantes? Luego vino el litro de Salaparuta. —Il migliore corvo— como dijo después Emmanuele. Pero tú recordabas más cómo te mecías Al salir del comedor y tomar rumbo hacia los lavamanos Toillettes, servizzi, ya no distinguías otros sinónimos. Sólo discernías sobre tu abandonada Resistencia etílica. Así transcurrió la travesía. Eolo soplaba para hendir La oscuridad oceánica. Y, al final, tu regalo: Las luces de Palermo, Ya dejadas atrás las musicales. Recuerdas que miraste, no viste, La ciudad que ya conocías Por su sangre. Con ella habías bebido Cada una de sus letras: La P de placenteros días. AL ... que sabían al vino de Salaparuta. La E, de estrecha cavidad tormentosa y tormentante Y la R de rosario Moderno Capaz de conducirte Desde la suavidad de la marmórea mano Hasta los estertores del cansancio deseado. Todo ese proemio fue tuyo, Coronado de topónimos: Monte de San Pellegrino. Con su gruta simbólica Como los limoneros caraqueños. Mondelo, bañando tu rosario desconocido. La Vergogna, sin su razón de ser. Colonna Rotta y sus panaros Cargados de magia y de ternura, Como los poemas de Paolo, O los ojos de Antonia, El perro de María O la solidaridad fraternal de Marino. Y otra vez, al final... Göthe... Veinte años esperándote En las puertas del Jardín Botánico, Para mostrarte la ühr Form Que él quiso encontrar En la mujer Italia.
es
Aridjis,Homero
<XXI
Ángel_Virgen
Acometido por manos infantiles que cubren su vientre de caricias salaces, el blancor de sus plumas enrojecerá, su virginidad se encenderá, los ojos de sus alas cerrarán los párpados. Él aire, ella tierra, juntos beberán el éxtasis de oro, la embriaguez púrpura de la granada. Sus cuerpos, el fuego helado de la imaginación. Su deseo, posar la planta del pie en ella, como en una hierba húmeda. El de ella, la cruda sensación de pararse entera sobre sus pies precisos. Él, ígneo, entrará en su carne como un fuego que agujerea el aire, meterá en su flanco adolescente un alcatraz blanco, el oro desnudo de su virginidad. A medida que él se introduzca en ella, su rostro adquirirá una palidez lunar, lágrimas blancas resbalarán por sus mejillas como gotas de luz. Es su virginidad que caerá en un cuerpo penetrado por la muerte. Sobre él, aire; sobre ella, tierra, el sol derramará su cabellera rubia. Su cabellera, último mechón en el poniente oscuro.
es
Lihn,Enrique
<XXI
Hay_Sólo_Dos_Países:_El_De_Los_Sanos_Y_El_De_Los_Enfermos
Hay sólo dos países: el de los sanos y el de los enfermos por un tiempo se puede gozar de doble nacionalidad pero, a la larga, eso no tiene sentido Duele separarse, poco a poco, de los sanos a quienes seguiremos unidos, hasta la muerte separadamente unidos Con los enfermos cabe una creciente complicidad que en nada se parece a la amistad o el amor (esas mitologías que dan sus últimos frutos a unos pasos del hacha) Empezamos a enviar y recibir mensajes de nuestros verdaderos conciudadanos una palabra de aliento un folleto sobre el cáncer
es
Cabral,Manuel_del
<XXI
Por_No_Tener_Memoria_Es_Que_Soy_Original
Por no tener memoria es que soy original. Por no tener memoria es que soy creador anterior a la forma y a los números. Todo recuerdo es límite, tiempo, defunción. Mi cuerpo es un ayer, mi yo: mi siempre. El olvido es mi soy, mi sí perpetuo. Existo cuando no recuerdo. La luz me piensa pero ella es tiempo, ella no sacrifica su esplendor de forma. Yo existo cuando no pienso. Cada vez que recuerdo soy cadáver.
es
Girondo,Oliverio
<XXI
¿Me_Extravié_En_La_Fiebre?
¿Me extravié en la fiebre? ¿Detrás de las sonrisas? ¿Entre los alfileres? ¿En la duda? ¿En el rezo? ¿En medio de la herrumbre? ¿Asomado a la angustia, al engaño, a lo verde?... No estaba junto al llanto, junto a lo despiadado, por encima del asco, adherido a la ausencia, mezclado a la ceniza, al horror, al delirio. No estaba con mi sombra, no estaba con mis gestos, más allá de las normas, más allá del misterio, en el fondo del sueño, del eco, del olvido. No estaba. ¡Estoy seguro! No estaba. Me he perdido.
es
Guillén,Jorge
<XXI
Orilla_Vespertina
El mar en el sosiego de esta hora De este retiro, casi una ensenada, Se vuelve lago, lago de crepúsculo 1 Donde no insisten nunca los instantes Del apenas azul Ya gris, Un gris rosado que se vuelve rosa Con indicios de malva, Malva sobre el sosiego Lentamente más gris, menos azul De esta orilla marina, O fluvial, o lacustre. Barcas, y solitarias, Y pocas. No las mece el oleaje. Con indolencia de final de día Recogen la difusa Ya paz, Una paz de abandono Sobre el gris de lass aguas Laxitud, que es ya tregua, La dulce laxitud Del día bien cumplido Con sus rosas el mar Aspira a perfección, espera el sueño.
es
Gelman,Juan
<XXI
Quisiera_Saber_Por_Qué
quisiera saber por qué en medio del amor a veces oigo cómo un cuervo le dice a un hombre que quiere verlo por un asunto importante el cuervo se llama Laghupatanaka y en el libro primero del Panchatantra se cuenta que puede hacer casamiento y amistad entre iguales pero no entre la comida y quien se la come un león se comió a Panini autor del cálculo diferencial un elefante mató a Jaimini inventor del ciclotrón un monstruo marino devoró a Pingala que conocía la electrónica qué valen las virtudes para las bestias hambrientas tampoco vale creer en las promesas del enemigo, de la policía del gobierno del patrón el rebaño sigue al elefante porque le tiene confianza el león es el rey del bosque pero nadie lo corteja tampoco sé por qué estas reflexiones caen como la nieve en Charing Cross donde te amo y me hundo en ti como en un río de ambrosías y leche y miel y te amo no sé qué pasará con mis despojos pero ellos se irán fuertemente marcados por los días que me amaste y la tristeza de ciertos pensamientos
es
Flórez,Julio
<XXI
Tras_La_Lóbrega_Ventana
Tras la lóbrega ventana de una choza, hay una anciana; hila, hila, y enturbiando su pupila, de sus lágrimas dos gotas al salir de cuando en cuando, y al brillar, fingen dos gruesas perlas rotas. Sus mejillas, lacias, caen; se entrechocan sus rodillas. Viste luto, y una huella casi extinta, hay apenas de su pobre seño enjuto. En su frente dejó el tiempo despiadado el ultraje de su arado. Y su boca, ya marchita, es un hueco de oraciones, de oraciones que musita ella, sola, en los rincones de la estancia: ¡Pobrecita! ¿Qué se hicieron los encantos de su cuerpo? ¿Qué las épocas felices...? ¡De sus manos solo quedan... dos raíces! El invierno, sobre el techo de la choza, llueve, llueve, llueve copos, grandes copos de alba nieve. Sopla el cierzo... y la cabeza, de la triste anciana, eriza; la cabeza, que parece de ceniza. Cruje el tuero; de rescoldo hay un reguero en el fúnebre recinto de la estancia, y saturan los tizones el ambiente... de una exótica fragancia. Débil, mustia y aleada, ¿en qué sueña aquella triste mujer sola? ¿En qué sueña? ¡En nada, en nada! Sólo advierte que a sus plantas va formándose el vacío... que siente todo el frío espantoso de la muerte. En el cielo desolado, el ruido de su vuelo y el graznido de su canto, deja oír en las tinieblas un mochuelo. Es de noche; no hay un astro. Todo es sombra, en el llano y en el bosque, y en la vega que parece de alabastro. A la puerta ladra un gozque ¡El invierno, sobre el techo de la choza, llueve, llueve, llueve copos, grandes copos de alba nieve!
es
Silva,José_Asunción
<XXI
La_Respuesta_De_La_Tierra
Era un poeta lírico, grandioso y sibilino que le hablaba a la tierra una tarde de invierno, frente a una posada y al volver de un camino: —¡Oh madre, oh tierra! —díjole—, en tu girar eterno nuestra existencia efímera tal parece que ignoras. Nosotros esperamos un cielo o un infierno, sufrimos o gozamos en nuestras breves horas, e indiferente y muda tú, madre sin entrañas, de acuerdo con los hombres no sufres y no lloras. ¿No sabes el secreto misterioso que entrañas? ¿Por qué las noches negras, las diáfanas auroras? Las sombras vagarosas y tenues de unas cañas que se reflejan lívidas en los estanques yertos, ¿no son como conciencias fantásticas y extrañas que les copian sus vidas en espejos inciertos? ¿Qué somos? ¿A do vamos? ¿Por qué hasta aquí vinimos? ¿Conocen los secretos del más allá los muertos? ¿Por qué la vida inútil y triste recibimos? ¿Hay un oasis húmedo después de estos desiertos? ¿Por qué nacemos, madre, dime, por qué morimos? ¿Por qué? —Mi angustia sacia y a mi ansiedad contesta. Yo, sacerdote tuyo, arrodillado y trémulo, en estas soledades aguardo la respuesta. La tierra, como siempre, displicente y callada, al gran poeta lírico no le contestó nada. La tierra, como siempre, displicente y callada, al gran poeta lírico no le contestó nada.
es
Domenchina,Juan_José
<XXI
Hastío_-Pajarraco
Hastío —pajarraco de mis horas—. ¡Hastío! Te ofrendo mi futuro. A trueque de los ocios turbios que me regalas, mi porvenir es tuyo. No aguzaré las ramas de mi intelecto, grave. No forzaré mis músculos. ¡Como un dios, a la sombra de mis actos —en germen, sin realidad—, desnudo! ¡Como un dios —indolencia comprensiva—, en la cumbre rosada de mi orgullo! ¡Como un dios, solo y triste! ¡Como un dios, triste y solo! ¡Como un dios, solo y único!
es
Benítez_Reyes,Felipe
<XXI
Valor_Del_Pasado
Hay algo de inexacto en los recuerdos: una línea difusa que es de sombra, de error favorecido. Y si la vida en algo está cifrada, es en esos recuerdos precisamente desvaídos, quizás remodelados por el tiempo con un arte que implica ficción, pues verdadera no puede ser la vida recordada. Y sin embargo a ese engaño debemos lo que al fin será la vida cierta, y a ese engaño debemos ya lo mismo que a la vida. Y sin embargo a ese engaño debemos lo que al fin será la vida cierta, y a ese engaño debemos ya lo mismo que a la vida.
es
Corcoba,Víctor
XXI
Navegando_Por_El_Mar
Me gusta ver el mar, y perderme en sus bamboleos, cuando alza su concierto de sílabas al cielo y sus alas me acarician los labios amortajados de tristeza por las rudas resacas de la vida. Pláceme beber el salado aroma al son del viento y enviarle versos de paz al fiero mundo, al furioso león. Versos que brotan del alma. Del alma de la soledad inmensa. De las inmensas músicas sonoras. De los ojos de la luna de conchas llena. Envuelve al mundo en la poesía, —le digo al mar—, combate la soberbia, que la tierra se estremezca en la nada, en tu lanza de azotes. Que tras habitar en la poesía de estrellas y luceros el odio espanta y el león se doma. Inquieto el mar, proclama la grandeza de sus azules transparentes, mientras sobre la arena surge el desconsuelo en el poeta. Una lección última nos ha traído la bravura del mar: cadáveres. Y por darle venganza le recrimino, le doy la espalda y vuelvo a tierra. Una tierra que ve pasar la muerte y no hace nada por abrir los brazos, desde un rascacielos de vicios y vacíos. Pláceme beber el salado aroma al son del viento y enviarle versos de paz al fiero mundo, al furioso león. Versos que brotan del alma. Del alma de la soledad inmensa. De las inmensas músicas sonoras. De los ojos de la luna de conchas llena. Envuelve al mundo en la poesía, —le digo al mar—, combate la soberbia, que la tierra se estremezca en la nada, en tu lanza de azotes. Que tras habitar en la poesía de estrellas y luceros el odio espanta y el león se doma. Inquieto el mar, proclama la grandeza de sus azules transparentes, mientras sobre la arena surge el desconsuelo en el poeta. Una lección última nos ha traído la bravura del mar: cadáveres. Y por darle venganza le recrimino, le doy la espalda y vuelvo a tierra. Una tierra que ve pasar la muerte y no hace nada por abrir los brazos, desde un rascacielos de vicios y vacíos. Versos que brotan del alma. Del alma de la soledad inmensa. De las inmensas músicas sonoras. De los ojos de la luna de conchas llena. Envuelve al mundo en la poesía, —le digo al mar—, combate la soberbia, que la tierra se estremezca en la nada, en tu lanza de azotes. Que tras habitar en la poesía de estrellas y luceros el odio espanta y el león se doma. Inquieto el mar, proclama la grandeza de sus azules transparentes, mientras sobre la arena surge el desconsuelo en el poeta. Una lección última nos ha traído la bravura del mar: cadáveres. Y por darle venganza le recrimino, le doy la espalda y vuelvo a tierra. Una tierra que ve pasar la muerte y no hace nada por abrir los brazos, desde un rascacielos de vicios y vacíos. Envuelve al mundo en la poesía, —le digo al mar—, combate la soberbia, que la tierra se estremezca en la nada, en tu lanza de azotes. Que tras habitar en la poesía de estrellas y luceros el odio espanta y el león se doma. Inquieto el mar, proclama la grandeza de sus azules transparentes, mientras sobre la arena surge el desconsuelo en el poeta. Una lección última nos ha traído la bravura del mar: cadáveres. Y por darle venganza le recrimino, le doy la espalda y vuelvo a tierra. Una tierra que ve pasar la muerte y no hace nada por abrir los brazos, desde un rascacielos de vicios y vacíos. Que tras habitar en la poesía de estrellas y luceros el odio espanta y el león se doma. Inquieto el mar, proclama la grandeza de sus azules transparentes, mientras sobre la arena surge el desconsuelo en el poeta. Una lección última nos ha traído la bravura del mar: cadáveres. Y por darle venganza le recrimino, le doy la espalda y vuelvo a tierra. Una tierra que ve pasar la muerte y no hace nada por abrir los brazos, desde un rascacielos de vicios y vacíos. Inquieto el mar, proclama la grandeza de sus azules transparentes, mientras sobre la arena surge el desconsuelo en el poeta. Una lección última nos ha traído la bravura del mar: cadáveres. Y por darle venganza le recrimino, le doy la espalda y vuelvo a tierra. Una tierra que ve pasar la muerte y no hace nada por abrir los brazos, desde un rascacielos de vicios y vacíos. Una lección última nos ha traído la bravura del mar: cadáveres. Y por darle venganza le recrimino, le doy la espalda y vuelvo a tierra. Una tierra que ve pasar la muerte y no hace nada por abrir los brazos, desde un rascacielos de vicios y vacíos. Una tierra que ve pasar la muerte y no hace nada por abrir los brazos, desde un rascacielos de vicios y vacíos.
es
Fuertes,Gloria
<XXI
Yo_Tengo_Esperanza
Yo tengo esperanza. El perro tiene hambre. El banco del jardín respira mal. La niña se peina. La vaca se lame. Las cosas me miran y es peor si me hablan. En el suburbio hay flores maleantes, las macetas son botes, los hombres son tigres, los niños son viejos, los gatos se comen, las mondas también. Los huérfanos huelen a madre, los pobres a humo, los ricos a brea.
es
Quevedo,Francisco
<XXI
Peligros_De_Hablar_Y_De_Callar,_Y_Lenguaje_En_El_Silencio
¿Cómo es tan largo en mí dolor tan fuerte, Lisis? Si hablo y digo el mal que siento, ¿Qué disculpa tendrá mi atrevimiento? Si callo, ¿quién podrá excusar mi muerte? Pues ¿cómo sin hablarte podrá verte Mi vista y mi semblante macilento? Voz tiene en el silencio el sentimiento: Mucho dicen las lágrimas que vierte. Bien entiende la llama quien la enciende, Y quien los causa entiende los enojos, Y quien manda silencios, los entiende. Suspiros, del dolor mudos despojos, También la Boca a razonar aprende, Como con llanto, y sin hablar, los ojos. Pues ¿cómo sin hablarte podrá verte Mi vista y mi semblante macilento? Voz tiene en el silencio el sentimiento: Mucho dicen las lágrimas que vierte. Bien entiende la llama quien la enciende, Y quien los causa entiende los enojos, Y quien manda silencios, los entiende. Suspiros, del dolor mudos despojos, También la Boca a razonar aprende, Como con llanto, y sin hablar, los ojos. Bien entiende la llama quien la enciende, Y quien los causa entiende los enojos, Y quien manda silencios, los entiende. Suspiros, del dolor mudos despojos, También la Boca a razonar aprende, Como con llanto, y sin hablar, los ojos. Suspiros, del dolor mudos despojos, También la Boca a razonar aprende, Como con llanto, y sin hablar, los ojos.
es
Camões,Luís_de
<XXI
Soneto_Xcii
Mudan los tiempos y las voluntades; se muda el ser, se muda la confianza; el mundo se compone de mudanza tomando siempre nuevas calidades. De continuo miramos novedades diferentes en todo a la esperanza; del mal queda la pena en la membranza; y del bien, si hubo alguno, las saudades. Torna el tiempo a cubrir con verde manto el valle en que la nieve relucía: igual en mí se torna lloro el canto. Y, salvo este mudar de cada día, mudanza, hay otra de mayor espanto: que no se muda ya como solía.
es
Flórez,Julio
<XXI
Dormía._De_La_Crisis_En_Acecho
Dormía. De la crisis en acecho, mudo la contemplaba, de hito en hito, como un nenúfar pálido, marchito, en un estanque albísimo: su lecho. De pronto, l'ancha curva de su pecho se dilató, cual si de vida un grito fuese a lanzar... y atónito y contrito, rodé a sus pies, en lágrimas deshecho. Después, incorporándome y gimiendo, —¿Sufres?— le pregunté —¡pobre alma mía!— —Habla, que más que tú... me estoy muriendo. ¡Ni un estremecimiento de agonía... Ni un suspiro, ni un ay siguió durmiendo, siguió durmiendo... y duerme todavía!
es
Borges,Jorge_Luis
<XXI
Un_Soldado_De_Lee_(1862)
Lo ha alcanzado una bala en la ribera de una clara corriente cuyo nombre ignora. Cae de boca. (Es verdadera la historia y más de un hombre fue aquel hombre). El aire de oro mueve las ociosas hojas de los pinares. La paciente hormiga escala el rostro indiferente. Sube el sol. Ya han cambiado muchas cosas y cambiarán sin término hasta cierto día del porvenir en que te canto a ti que, sin la dádiva del llanto, caíste como cae un hombre muerto. No hay un mármol que guarde tu memoria; seis pies de tierra son tu oscura gloria. El aire de oro mueve las ociosas hojas de los pinares. La paciente hormiga escala el rostro indiferente. Sube el sol. Ya han cambiado muchas cosas y cambiarán sin término hasta cierto día del porvenir en que te canto a ti que, sin la dádiva del llanto, caíste como cae un hombre muerto. No hay un mármol que guarde tu memoria; seis pies de tierra son tu oscura gloria. y cambiarán sin término hasta cierto día del porvenir en que te canto a ti que, sin la dádiva del llanto, caíste como cae un hombre muerto. No hay un mármol que guarde tu memoria; seis pies de tierra son tu oscura gloria. caíste como cae un hombre muerto. No hay un mármol que guarde tu memoria; seis pies de tierra son tu oscura gloria.
es
Casal,Julián_del
<XXI
No_Fuiste_Una_Mujer,_Sino_Una_Santa
No fuiste una mujer, sino una santa Que murió de dar vida a un desdichado, Pues salí de tu seno delicado Como sale una espina de una planta. Hoy que tu dulce imagen se levanta Del fondo de mi lóbrego pasado, El llanto está a mis ojos asomado, Los sollozos comprimen mi garganta Y aunque yazgas trocada en polvo yerto, Sin ofrecerme bienhechor arrimo, Como quiera que estés siempre te adoro, Porque me dice el corazón que has muerto Por no oírme gemir, como ahora gimo, Por no verme llorar, como ahora lloro. Hoy que tu dulce imagen se levanta Del fondo de mi lóbrego pasado, El llanto está a mis ojos asomado, Los sollozos comprimen mi garganta Y aunque yazgas trocada en polvo yerto, Sin ofrecerme bienhechor arrimo, Como quiera que estés siempre te adoro, Porque me dice el corazón que has muerto Por no oírme gemir, como ahora gimo, Por no verme llorar, como ahora lloro. Y aunque yazgas trocada en polvo yerto, Sin ofrecerme bienhechor arrimo, Como quiera que estés siempre te adoro, Porque me dice el corazón que has muerto Por no oírme gemir, como ahora gimo, Por no verme llorar, como ahora lloro. Porque me dice el corazón que has muerto Por no oírme gemir, como ahora gimo, Por no verme llorar, como ahora lloro.
es
Lugones,Leopoldo
<XXI
Nieve_Florida
Nevó y sobre la tierra descendió blandamente, Cuajando en la nevada su luz el cielo en flor. Así, cuando la noche palideció al Oriente, Todo era sombra, arriba, y abajo, todo albor. Albor de blandas felpas y de argentinos tules Que a la noche tendieran un lecho de jazmín, Donde ella dejó al irse largas sombras azules, Y un nimbo de grande ángel, más azul, al confin. Frescor de madreselva tenía el aire leve. Abría sendas místicas la blanca soledad. Y en la inmensa azucena lánguida de la nieve, Se inclinaba el silencio desde la eternidad.
es
Machado,Antonio
<XXI
Siembra_La_Malva
Siembra la malva: pero no la comas, dijo Pitágoras. Responde al hachazo —ha dicho el Buda ¡y el Cristo!— con tu aroma, como el sándalo. Bueno es recordar las palabras viejas que han de volver a sonar.
es
Flórez,Julio
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No,_Retira_Esa_Droga,_Que_No_Luche
No, retira esa droga, que no luche por más tiempo del doctor... ¡Es muy tenaz! Ven, que el latido de tu pecho escuche. ¡Ven, acércate más! Dime, ¿quieres curarme? ¿Sí? Pues eso fácil es y un remedio hay eficaz: ¡pon tu boca en mi boca y dame un beso que no acabe jamás!
es
Carriego,Evaristo
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El_Guapo
El barrio le admira. Cultor del coraje, conquistó, a la larga, renombre de osado, se impuso en cien riñas entre el compadraje y de las prisiones salió consagrado. Conoce sus triunfos y ni aún le inquieta la gloria de otros, de muchos temida, pues todo el Palermo de acción le respeta y acata su fama, jamás desmentida. Le cruzan el rostro, de estigmas violentos, hondas cicatrices, y quizás le halaga llevar imborrables adornos sangrientos: caprichos de hembra que tuvo la daga. La esquina o el patio, de alegres reuniones, le oye contar hechos, que nadie le niega: ¡Con una guitarra de altivas canciones él es Juan Moreira, y él es Santos Vega! Con ese sombrero que inclinó a los ojos, ¡Con una guitarra de altivas canciones cantando aventuras, de relatos rojos, parece un poeta que fuese bandido! Las mozas más lindas del baile orillero para él no se muestran esquivas y hurañas, tal vez orgullosas de ese compañero que tiene aureolas de amores y hazañas. Nada se le importa de la envidia ajena, ni que el rival pueda tenderle algún lazo: no es un enemigo que valga la pena pues ya una vez lo hizo caer de un hachazo. Gente de avería, que guardan crueles brutales recuerdos en los costurones que dejara el tajo, sumisos y fieles le siguen y adulan imberbes matones. Aunque le ocasiona muchos malos ratos, en las elecciones es un caudillejo que por el buen nombre de los candidatos en los peores trances expone el pellejo Pronto a la pelea pasión del cuchillo que ilustra las manos por él mutiladas, su pieza, amenaza de algún conventillo, es una academia de ágiles visteadas. Porque en sus impulsos de alma pendenciera desprecia el peligro sereno y bizarro, ¡Para él la vida no vale siquiera la sola pitada de un triste cigarro! Y allá va pasando con aire altanero, luciendo las prendas de su gallardía, procaz e insolente como un mosquetero que tiene en su guardia la chusma bravía.
es
Cisneros_Flores,Marcela
XXI
Hubiera_Querido
Hubiera querido.. nunca haber visto a la avecilla.. la escuchaba con deleite! la miraba con infinito amor y envidia! admiraba su libertad, gallardia y hermosura! y... desde luego pensaba que algo malo debía pasarme! porque.... quería atrapar a mi avecilla! y cuando ella esquiva volaba... el dolor me atenazaba! el avecilla, no era culpable de nada! era culpable solo de vivir! pero cuando el avecilla se fue sentí una lágrima en mis ojos y entonces mentí! mentí que tenía polvo en mis ojos!
es
Meléndez_Valdés,Juan
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Del_Vino_Y_El_Amor
Con una dulce copa Despierta mi cariño, Si de amor en los fuegos Dorila me ve tibio. Y si yo desdeñosa, O cobarde la miro, Al punto sus temores Adormezco entre vino. Cuyo ardor delicioso Por los dos difundido, A Dorila más tierna, Y a mí vuelve más fino. Y en sabrosos debates Entre risas y mimos Todo es brindis alegres, Todo blandos suspiros. Sabed pues amadores, Que Lieo y Cupido Hermanados se prestan Sus llamas y delirios: Porque el Málaga dome Tras el ruego benigno A la bella, que indócil Se esquivare de oíros.
es
Neruda,Pablo
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Sed_De_Ti_Que_Me_Acosa_En_Las_Noches_Hambrientas
Sed de ti que me acosa en las noches hambrientas. Trémula mano roja que hasta su vida se alza. Ebria de sed, loca sed, sed de selva en sequía. Sed de metal ardiendo, sed de raíces ávidas. Hacia dónde, en las tardes que no vayan tus ojos en viaje hacia mis ojos, esperándote entonces. Estás llena de todas las sombras que me acechan. Me sigues como siguen los astros a la noche. Mi madre me dio lleno de preguntas agudas. Tú las contestas todas. Eres llena de voces. Ancla blanca que cae sobre el mar que cruzamos. Surco para la turbia semilla de mi nombre. Que haya una tierra mía que no cubra tu huella. Sin tus ojos viajeros, en la noche, hacia dónde. Por eso eres la sed y lo que ha de saciarla. Cómo poder no amarte si he de amarte por eso. Si ésa es la amarra cómo poder cortarla, cómo. Cómo si hasta mis huesos tienen sed de tus huesos. Sed de ti, sed de ti, guirnalda atroz y dulce. Sed de ti que en las noches me muerde como un perro. Los ojos tienen sed, para qué están tus ojos. La boca tiene sed, para qué están tus besos. El alma está incendiada de estas brasas que te aman. El cuerpo incendio vivo que ha de quemar tu cuerpo. De sed. Sed infinita. Sed que busca tu sed. Y en ella se aniquila como el agua en el fuego.
es
Ibarbourou,Juana_de
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La_Tarde
He bebido del chorro cándido de la fuente. Traigo los labios frescos y la cara mojada. Mi boca hoy tiene toda la estupenda dulzura de una rosa jugosa, nueva y recién cortada. El cielo ostenta una limpidez de diamante. Estoy ebria de tarde, de viento y primavera. ¿No sientes en mis trenzas olor a trigo ondeante? ¿No me hallas hoy flexible como una enredadera? Elástica de gozo como un gamo he corrido por todos los ceñudos senderos de la sierra. Y el galgo cazador que es mi guía, rendido, se ha acostado a mis pies, largo a largo, en la tierra. ¡Ah, qué inmensa fatiga me derriba en la grama y abate en tus rodillas mi cabeza morena, mientras que de una iglesia campesina y lejana nos llega un lento y grave llamado de novena!
es
Hierro,José
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Historia_Para_Muchachos
Dicen: «Este señor habla tan sólo de sí mismo. Pasa —dicen— cegado, sin ver lo que sucede alrededor. Va por el mundo como un barco viejo…, ese señor…Bueno para cortar con un hacha, y quemarlo, y calentarnos si es capaz de calor… ese señor que hablaba de su vida y nada más…Ese señor…», han dicho. Probablemente era ya viejo cuando nací, cerca de un río. Aunque yo no me acuerdo de ese río. sino del mar bajo el sol de septiembre. Sería complicado explicar las razones por las que yo me hallaba allí entre las olas y los estudiantes, estrujando el momento como quien quiere anclarse a un trozo hermoso de la realidad. Un sueño de oro entre las dos sirenas que interrumpían el trabajo. Era algo así como nostalgia lo que me hacía estar allí hasta mi encuentro con la máquina. Ese señor que pasa por la vida metido dentro de sí mismo, entonces era cilindrador. ¿Sabéis qué es eso, vosotros que le habláis a este señor de realidades? Es posible que haya entre los libros de la biblioteca de vuestros padres, uno que os aclare ciertas palabras; apuntad: palero moldeador, listero en unas obras, transportista de leña a domicilio, comisionista para la venta a plazos de libros, negro de escritor…Acaso alguno de los libros que tenéis en vuestra casa me haya a mí dejado un porcentaje (un diez por ciento, creo). No son éstas las únicas palabras. Hay otras. Por ejemplo: Condenados por auxilio a la rebelión. (Creo que ese era el término jurídico). Auxilio o adhesión: no estoy seguro. O uno le fue aplicado a mi padre, y el otro a mí. No estoy seguro. Ya ha pasado el tiempo y él ha muerto. Y han muerto muchas gentes que estuvieron en una situación semejante o peor. Y los demás envejecimos. No hemos muerto, afortunadamente. Este señor oyó una vez llorar a un niño en el momento de la elevación en una misa. (Necesitaría demasiadas palabras para que comprendierais por qué un hecho tan aparentemente natural me parecía irreal entonces, y ahora. ¿Cómo hacerlo sentir?…En cuatro años no había oído voz de niño. La de mujer, al otro lado, desgarrada, voz casi masculina por el esfuerzo para destacarse del griterío. No podría explicarlo. No es cosa de palabras como estas mías. Solo un gran poeta podría contagiarnos la emoción: mis palabras no bastan). Lloró el niño. Por las triples vidrieras entró el sol. El corazón estaba a punto de romperse hermosamente. Después, fue un hombre muerto, y otro hombre, muchos más… He perdido la cuenta. En los balcones los dejaban por la noche, delante de la fuente de aquel patio interior. Muertos calzados con alpargatas nuevas, su sudario. Amanecía y se les despedía cantando el Dies irae (ya no recuerdo si el de Verdi, o es muy probable que el de Mozart). Este señor apetecía ser el Desdichado de la tierra, el más miserable que nadie, el más solitario que todos. No se tenía lástima a sí mismo y solo así sería libre, sin nadie a quien compadecer… Y un día volvió al mar. Fueron las olas a lamerle las manos. «Aquí estás —le dijeron—de nuevo—» Desplegaron sus colores, olores y sonidos. Pusieron en sus manos pan de amor. Las gaviotas bajaron a picarlo. pero las alas eran alpargatas en los pies de los muertos. Y la música del mar era el Dies irae…Sólo un día, un momento, tendido—la cabeza junto a un tronco rugoso de sabina—, olvidó. Fue un momento. Eternidad que le duró un momento. Se creía tierra de paz. Y el árbol le nacía de la frente, y las nubes… (¿Quién no ha visto, quién no ha vivido nubes, árbol, mar?… Será mejor cambiar de tema, dejar de hablar, aunque necesitaba deciros esto. La palabra es de piedra, impermeable a la emoción lo vuelvo a recordar). Lo del mar duró muy poco. Todo duraba cada vez más poco. Era lo mismo que un pantano. Yo me hundía en el fango. Y cada vez era mi cuerpo menos libre. Gritaba, respiraba, enloquecía, enloquecía, enloquecía. Convocaba mi muerte a aquellas gentes que yo vi morir. Y yo escondía la cabeza para no verlos, y que me dejaran vivir, morir a gusto. Y yo escondía la cabeza bajo un acordeón. Yo le arrancaba sonidos—lo recuerdo—, y las mujeres bailaban , y Madama Leontine, gorda y espiritual, recomendaba silencio, por si acaso la multaba la policía… Ya ha pasado el tiempo sobre todos nosotros. Muchos se han liberado ya del tiempo. Nuestros pequeños heroísmos adquirieron su dimensión verdadera. Aquel verdor de luna de febrero, con nieve, entre vagones, no es más que una viñeta. Aquella luna de agosto, sobre el mar y las montañas, se ha apagado. Es vulgar. Y tantas cosas que fueron mías, nunca vuestras, y hoy ni siquiera son ya mías. Recorrí mi camino repicando las sonoras campanas, encendiendo las estrellas —creía en las campanas y en las estrellas—… Todo fue rompiéndome el corazón. Y me encontré de pronto Nel mezzo del camin di nostra vita (hago la cita para que digáis que en esta historia existe, por lo menos, un verso bueno: justo el que no es mío). Ya no me importan nada Mis versos ni mi vida. Lo mismo exactamente que a vosotros. Versos míos y vida mía, muertos para vosotros y para mí. Pero en vosotros, por lo menos, queda vuestra vida, y en mí sólo momentos inasibles, recuerdos o proyectos, Alguna imagen descuajada de mis años pasados o futuros. Como ésta que me asalta en el instante En que estoy escribiendo: un hombre esbelto, con su cadena de oro en el chaleco. Habla con alguien. Detrás de él, un fondo de grúas en el puerto. Y hay un niño que soy yo. Él es mi padre. «El niño tiene cuatro años», acaba de decir.
es
Fernández_de_Moratín,Leandro
<XXI
Esta_Corona,_Adorno_De_Mi_Frente
Esta corona, adorno de mi frente, esta sonante lira y flautas de oro y máscaras alegres, que algún día me disteis, sacras Musas, de mis manos trémulas recibid, y el canto acabe, que fuera osado intento repetirle. He visto ya cómo la edad ligera, apresurando a no volver las horas, robó con ellas su vigor al numen. Sé que negáis vuestro favor divino a la cansada senectud, y en vano huera implorarle; pero en tanto, bellas ninfas, del verde Pindo habitadoras, no me neguéis que os agradezca humilde los bienes que os debí. Si pude un día, no indigno sucesor de nombre ilustre, dilatarle famoso; a vos fue dado llevar al fin mi atrevimiento. Sólo pudo bastar vuestro amoroso anhelo a prestarme constancia en los afanes que turbaron mi paz, cuando insolente, vano saber, enconos y venganzas, codicia y ambición la patria mía abandonaron a civil discordia. Yo vi del polvo levantarse audaces a dominar y perecer tiranos, atropellarse efímeras las leyes, y llamarse virtudes los delitos. Vi las fraternas armas nuestros muros bañar en sangre nuestra, combatirse, vencido y vencedor, hijos de España, y el trono desplomándose al vendido ímpetu popular. De las arenas que el mar sacude en la fenicia Gades, a las que el Tajo lusitano envuelve en oro y conchas, uno y otro imperio, iras, desorden esparciendo y luto, comunicarse el funeral estrago. Así cuando en Sicilia el Etna ronco revienta incendios, su bifronte cima cubre el Vesubio en humo denso y llamas, turba el Averno sus calladas ondas; y allá del Tibre en la ribera etrusca se estremece la cúpula soberbia, que da sepulcro al sucesor de Cristo.* ¿Quién pudo en tanto horror mover el plectro? ¿Quién dar al verso acordes armonías, oyendo resonar grito de muerte? Tronó la tempestad: bramó iracundo el huracán, y arrebató a los campos sus frutos, su matiz; la rica pompa destrozó de los árboles sombríos; todas huyeron tímidas las aves del blando nido, en el espanto mudas: no más trinos de amor. Así agitaron los tardos años mi existencia, y pudo solo en región extraña el oprimido ánimo hallar dulce descanso y vida. Breve será, que ya la tumba aguarda y sus mármoles abre a recibirme; ya los voy a ocupar... Si no es eterno el rigor de los hados, y reservan a mi patria infeliz mayor ventura, dénsela presto, y mi postrer suspiro será por ella... Prevenid en tanto flébiles tonos, enlazad coronas de ciprés funeral, Musas celestes; y donde a las del mar sus aguas mezcla el Garona opulento, en silencioso bosque de lauros y menudos mirtos, ocultad entre flores mis cenizas.
es
Pombo,Rafael
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Por_Atisbar_A_Un_Gato_En_Cacería
Por atisbar a un gato en cacería Desertó el perro de su puesto un día, Sirvió de estorbo al miz y a los ratones, Y dejó en tanto entrar a los ladrones, Los cuales al pillarlo distraído, Sin dejarle ocasión para un ladrido, Matáronle por táctica prudente Y robaron la casa holgadamente. El dicho perro (aunque decirlo es mengua) Debió ser de mi tierra o de mi lengua, Pues sólo en Sudamérica y España Pudo aprender nuestra maldita maña De vivir cada cual la vida ajena Y no la suya propia, aunque sea buena, Y aunque la de otros detestable sea, Que antes le importa más cuando es más fea. La sociedad es excelente cosa. Mas carga cierta costra pegajosa. Cierta excrecencia o sociedad sin ese Que no hay donde no husmee y se atraviese, Y que usurpando a la primera el nombre Hace la asociación de hombre con hombre Un cambio de petardos y de vicios; Y no de fruiciones y servicios; Esta avalúa el tiempo tan barato Que no vive sinó matando el rato, Y no quiere tener otro negocio Que descargar su aburrimiento y su ocio Sobre el triste vecino o no vecino Que busca ad hoc, o encuentra en su camino. Una máquina en donde, cada pieza, Abandona su oficio por pereza Y aplícase activísima, aún sin paga, A hacer el de otro o impedir que lo haga; La susodicha máquina, es patente Que no andará jamás corrientemente Y que nada a tal caos sobrevive, Nuestras acomedidas inclusive. La Troya desde luego es más violenta Si hay una pieza reina o presidenta, Y todas las demás y cada una Con oficiosidad más que importuna Propónense aliviarla del trabajo Revolviendo el total de arriba abajo. Mucho de libertad e independencia Hablamos por acá, pero, en conciencia, ¿Habrá yugo peor que la anarquía Y el ocio y la espiona habladuría Que nace del, —y el cínico barreno De ese corso del bien y el tiempo ajeno? ¡Por Dios! que viva cada cual su vida Y haga su oficio y gane su comida, Y así no habrá ocasión ni tentaciones Para que copen fondo los ladrones. sociedad ese matando el rato, ad hoc
es
Ramos_Sucre,José_Antonio
<XXI
Yo_Había_Escapado_A_La_Saña_De_Mi_Enemigos,_Retirándome_Dentro_Del_País
Yo había escapado a la saña de mi enemigos, retirándome dentro del país, al pie de las montañas, de donde bajan, en son de guerra, las tribus homicidas. Había dejado la ciudad nativa y su alegre ensenada al arbitrio de una facción vehemente. Me había seguido la cautiva meditabunda, a quien rescaté de los piratas, seducido por su belleza grave. Sólo se animaba al recordar el suelo de su nacimiento, donde las selvas de ébano prosperan cerca del océano infecundo. Mis huéspedes temían haber ofendido a su dios aborigen, arquero vengativo. Lo creían deseoso de continuar entre los hiperbóreos, moradores, en casas de madera, de un clima propicio, donde una luz vaga reposa los sentidos. Autoritarios sacerdotes, negados al regalo, buscaban reconciliarlo por medio de una ceremonia decisiva. Me impusieron la separación de mi compañera y el sacrificio de su vida. Partió de mí con adiós interminable, despertador de la compasión. Un galope solitario y el aire trémulo de saetas invisibles anunciaban, al mediar la noche, el retorno del numen. Me había seguido la cautiva meditabunda, a quien rescaté de los piratas, seducido por su belleza grave. Sólo se animaba al recordar el suelo de su nacimiento, donde las selvas de ébano prosperan cerca del océano infecundo. Mis huéspedes temían haber ofendido a su dios aborigen, arquero vengativo. Lo creían deseoso de continuar entre los hiperbóreos, moradores, en casas de madera, de un clima propicio, donde una luz vaga reposa los sentidos. Autoritarios sacerdotes, negados al regalo, buscaban reconciliarlo por medio de una ceremonia decisiva. Me impusieron la separación de mi compañera y el sacrificio de su vida. Partió de mí con adiós interminable, despertador de la compasión. Un galope solitario y el aire trémulo de saetas invisibles anunciaban, al mediar la noche, el retorno del numen. Mis huéspedes temían haber ofendido a su dios aborigen, arquero vengativo. Lo creían deseoso de continuar entre los hiperbóreos, moradores, en casas de madera, de un clima propicio, donde una luz vaga reposa los sentidos. Autoritarios sacerdotes, negados al regalo, buscaban reconciliarlo por medio de una ceremonia decisiva. Me impusieron la separación de mi compañera y el sacrificio de su vida. Partió de mí con adiós interminable, despertador de la compasión. Un galope solitario y el aire trémulo de saetas invisibles anunciaban, al mediar la noche, el retorno del numen. Autoritarios sacerdotes, negados al regalo, buscaban reconciliarlo por medio de una ceremonia decisiva. Me impusieron la separación de mi compañera y el sacrificio de su vida. Partió de mí con adiós interminable, despertador de la compasión. Un galope solitario y el aire trémulo de saetas invisibles anunciaban, al mediar la noche, el retorno del numen. Partió de mí con adiós interminable, despertador de la compasión. Un galope solitario y el aire trémulo de saetas invisibles anunciaban, al mediar la noche, el retorno del numen. Un galope solitario y el aire trémulo de saetas invisibles anunciaban, al mediar la noche, el retorno del numen.
es
Góngora,Luis_de
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Tres_Veces_De_Aquilón_El_Soplo_Airado
Tres veces de Aquilón el soplo airado Del verde honor privó las verdes plantas, Y al animal de Colcos otras tantas Ilustró Febo su vellón dorado, Después que sigo (el pecho traspasado De aguda flecha) con humildes plantas, (¡Oh bella Clori!) tus pisadas sanctas Por las floridas señas que da el prado. A vista voy (tiñendo los alcores En roja sangre) de tu dulce vuelo, Que el cielo pinta de cient mil colores, Tanto, que ya nos siguen los pastores Por los extraños rastros que en el suelo Dejamos, yo de sangre, tú de flores. Después que sigo (el pecho traspasado De aguda flecha) con humildes plantas, (¡Oh bella Clori!) tus pisadas sanctas Por las floridas señas que da el prado. A vista voy (tiñendo los alcores En roja sangre) de tu dulce vuelo, Que el cielo pinta de cient mil colores, Tanto, que ya nos siguen los pastores Por los extraños rastros que en el suelo Dejamos, yo de sangre, tú de flores. A vista voy (tiñendo los alcores En roja sangre) de tu dulce vuelo, Que el cielo pinta de cient mil colores, Tanto, que ya nos siguen los pastores Por los extraños rastros que en el suelo Dejamos, yo de sangre, tú de flores. Tanto, que ya nos siguen los pastores Por los extraños rastros que en el suelo Dejamos, yo de sangre, tú de flores.
es
Álvarez-Hidalgo,Francisco
XXI
Te_Imaginé_Primero,_Llegó_Luego
Te imaginé primero, llegó luego, sobrenadando el campo, gentil brisa con el campanilleo de tu risa; después tu voz, mezcla de miel y ruego. Y se fue evaporando mi sosiego... Tan grácil te acercabas, tan de prisa, que perdí claridad, te vi imprecisa, y pensé con tu luz volverme ciego. Y hoy no te veo, sin estar seguro si es el mundo o soy yo quien está oscuro, o si nunca en verdad viniste a mí. Ni percibo tu piel, ni oigo tu acento, ni advierto la caricia de tu aliento, y no sé si te tuve o te perdí. Y se fue evaporando mi sosiego... Tan grácil te acercabas, tan de prisa, que perdí claridad, te vi imprecisa, y pensé con tu luz volverme ciego. Y hoy no te veo, sin estar seguro si es el mundo o soy yo quien está oscuro, o si nunca en verdad viniste a mí. Ni percibo tu piel, ni oigo tu acento, ni advierto la caricia de tu aliento, y no sé si te tuve o te perdí. Y hoy no te veo, sin estar seguro si es el mundo o soy yo quien está oscuro, o si nunca en verdad viniste a mí. Ni percibo tu piel, ni oigo tu acento, ni advierto la caricia de tu aliento, y no sé si te tuve o te perdí. Ni percibo tu piel, ni oigo tu acento, ni advierto la caricia de tu aliento, y no sé si te tuve o te perdí.
es
Machado,Antonio
<XXI
¿No_Eres_Tú,_Mariposa
¿No eres tú, mariposa, el alma de estas sierras solitarias, de sus barrancos hondos, y de sus cumbres agrias? Para que tú nacieras, con su varita mágica a las tormentas de la piedra, un día, mandó callar un hada, y encadenó los montes para que tú volaras. Anaranjada y negra, morenita y dorada, mariposa montés, sobre el romero plegadas las alillas o, voltarias, jugando con el sol, o sobre un rayo de sol crucificadas. ¡Mariposa montés y campesina, mariposa serrana, nadie ha pintado tu color; tú vives tu color y tus alas en el aire, en el sol, sobre el romero, tan libre, tan salada!... Que Juan Ramón Jiménez pulse por ti su lira franciscana.
es
Diego,Eliseo
<XXI
Si_El_Viejo_Jack_Aún_Vive_Que_Perdone
Si el viejo Jack aún vive que perdone ayer lo vi de nuevo hacer el malo en la eterna película de siempre tan malo como malo que da pena pero en cambio tan joven que seguro se marchó del estudio hace un instante a tomarse su trago de costumbre aunque ya a la verdad está qué añejo. Si el viejo Jack aún vive, que perdone. Tantas veces murió Jack de una bala que por fin qué le importa que lo tumben tumba que tumba Jack siempre tumbado te da lo mismo más o menos tumba. Pero no es cierto Jack el bar qué lejos y a veces te tocaba una heroína que ya perdió sus clientes con tu amigo porque eras malo Jack malo de veras. Si el viejo Jack aún vive, que perdone.
es
Rivera_Ortiz,Carlos
XXI
Ni_Cole_Porter_Ni_Este_Poeta_Que_Ama_Bajo_Las_Almas_De_Los_Saxos
Ni Cole Porter ni este poeta que ama bajo las almas de los saxos Podrían saber que la noche y la lluvia hilan otro regreso A la vicisitud de la nostalgia. Por eso este volver a empezar huele a magnolias de aquel día En que dios era el pétalo de cada hora nueva Como si se iniciara el primer hombre A la azul madredumbre de su propia niñez irrepetible. Ni dios ni este poeta ni Cole Porter Ni los saxos que gimen como un rumor de olas sin ribera Pueden restituirme el polvo de aquel sueño. Y ahora enmudezco y vengo de la espuma. Y de las caracolas me enamoro.
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
La_Ley_Es_Para_Ti_El_Acantilado
La ley es para ti el acantilado. El cálculo, la norma, el precipicio, tu única armonía. Tu amor, amor de ángulo y compás. Más allá de tu suerte no es la isla. Ni un ventanal abierto. Con tus libros al día. Sin un anti. En tu geometría no hay dialéctica. Sólo una arteria, una compacta masa. Un principio, un axioma sin variantes. Sólo tienes un nombre y una pauta.
es
Sabines,Jaime
<XXI
Igual_Que_La_Noche_De_La_Embriaguez
Igual que la noche de la embriaguez, igual fue la vida. ¿Qué hice?, ¿qué tengo entre las manos? Sólo desear, desear, desear, ir detrás de los sueños igual que un perro ciego ladrándole a los ruidos.
es
Machado,Antonio
<XXI
Poned_Atención
Poned atención: un corazón solitario no es un corazón.
es
Rasch_Isla,Miguel
<XXI
Tu_Blancura_De_Mármol_De_Carrara
Tu blancura de mármol de Carrara, fulge bajo tu roja vestidura, y me han hecho pensar traje y blancura, en un clavel que a un lirio aprisionara. Ante el ampo radioso de tu cara, suele evocar mi mente la figura de una límpida perla que fulgura sobre un granate de belleza rara. Tu cuerpo al ondular finge sangrienta llamarada tenaz que, ávida, intenta calcinar el plumón de tu cabello. O hace pensar, si se levanta erguido, en un gran cisne escultural, herido por una mano bárbara en el cuello.
es
Aching_Samatelo,César
XXI
Anoche_Soñé_Que_No_Existía
Anoche soñé que no existía y que en ese segundo todo fue perfecto; ninguna lágrima en tu mejilla, ningún relieve en tu ceño. Te vi feliz, mujer, cuando soñé que no existía. vi que tu sonrisa se rompía en un concierto de pétalos y manantiales, toda ilusión... toda esperanza. Casi pude respirar de tu calma, casi pude escuchar la música escondida en tu andar latino, no había nube oscureciendo tus pasos ni pasos perdiéndose en la mar Te vi actuando por ti misma mirando siempre hacia adelante sin mantos de tristeza ni remordimiento, sin mi pesimismo apedreando tu ventana. toda fuerza ... toda aliento. Anoche soñé que no existía... y tuve ganas de estar muerto.
es
Gómez_Avellaneda,Gertrudis
<XXI
¡Árbol_Que_Amé!_Te_Reconozco:_En_Vano
¡Árbol que amé! Te reconozco: en vano El ábrego cruel, el bóreas ronco,1 Con empeño tirano Contra tu pompa y majestad conspiran, Y en torno hacinan de tu mustio tronco Tus hojas, ¡ay! que murmurando giran. Te reconozco, sí; que tu mudanza No es mayor, no, que la mudanza mía: Marchita, cual tus ramas, mi esperanza; Perdida, cual tus hojas mi alegría; Más que te quiso en tu verdor florido, Cuando, cual tú, lozano se sentía Hora te quiere el corazón herido, Contemplando tu duelo Bajo ese opaco y macilento cielo. ¡Ay! que también sus bóvedas etéreas A mudanza cruel condena el hado... Hoy luce un sol nublado Entre sombras aéreas, Que dudoso color visten al día; Y en el blando sosiego de la noche, Bajo tu copa umbría, En otro tiempo he visto placentera Surcar la luna, en esmaltado coche, El campo azul de la tranquila esfera. Entre tus ramas trémulas, su rayo Filtraba puro a iluminar mi frente; Mientras que el aura del risueño Mayo, En gratos sones de mi lira ardiente, Rápida difundía Un nombre dulce, de inefable encanto, Que sorda murmuró la fuente fría, Que el ave insomne repitió en su canto, Y allá distante en el herboso hueco De la gruta sombría, Volvió a mi oído melodioso el eco. ¡Liras del corazón! ¡Voces internas! ¡Divinos ecos del celeste coro En que glorias sin fin, dichas eternas E inagotable amor, en arpas de oro Cantan los serafines abrasados, En alfombra de soles reclinados! ¡Oh, cómo entonces en el alma mía Resonar os sentí! Del pecho hirviente, Cual rápido torrente, Brotaba sin cesar la poesía... Y un grato juramento2 Que nunca el labio articular osaba,3 En alas del amor al firmamento Desde el fogoso corazón volaba, Allá en el infinito Su inmenso porvenir buscando escrito. ¿Y de esta suerte pudo Mentir el alma y engañar el cielo? ¿Una efímera flor, lujo del suelo, Es de la dicha el triste simulacro, Y en un alma inmortal el fuego sacro Del sentimiento vívido y profundo, Existe y muere sin dejar señales, Cual árbol infecundo O como planta en yermos arenales?... ¿Dó llevaron los vientos Tantos de amor dulcísimos acentos, Tantos delirios de esperanza bella? Aquellas dulces horas Que fueron ¡ay! cual deliciosas, breves, ¿Adónde huyeron sin dejar ni huella?... Al sacudir sus alas bramadoras Entre tus hojas leves, ¡Árbol querido! el aquilón sañudo Que envuelto en nieblas por los aires zumba, Cual tu tronco, desnudo Dejó mi corazón, y mis amores Con tus marchitas flores Hundió a la par en ignorada tumba. Igual hado nos cabe: Por eso te amo y a buscarte vuelvo Cuando te deja tu verdor suave; Que pasajero fue, cual la esperanza De mi ya mustio corazón. La suerte De tu pompa fugaz también alcanza A mis dichas mezquinas; Y el astro sin calor, que alumbra inerte Tus míseras ruinas, La imagen es del pálido recuerdo De aquel amor que para siempre pierdo. Mas volverá, con Mayo, La alegre primavera, Y tu beldad primera Tornará a darte el sol: Sucederán las auras A vientos bramadores, Y a lívidos vapores Las nubes de arrebol. De la africana costa, Do vaga peregrina, Veloz la golondrina Te volverá a buscar; Que en tus pobladas ramas, Bajo dosel florido, Vendrá a labrar su nido, Atravesando el mar. Y en torno revolando De tu frondosa copa, Verás alegre tropa De pajarillos mil... Y con aromas puros, Que al florecer exhalas, Perfumarás las alas Del céfiro gentil. ¿Por qué llorar tu suerte? ¿Por qué gemir tu duelo? Que te marchite el hielo, Te azote el aquilón... Tus gérmenes de vida No agotan sus rigores; Cual tus perdidas flores Las que recobras son. De un verdor te desnudas, Y otro verdor te cubre; Lo que te quita Octubre, Te restituye Abril. Hoy eres a mis ojos Vestigio abandonado, Mañana honor del prado Y orgullo del pensil. ¡Mas nunca reverdecen Marchitas ilusiones! ¡No tienen estaciones Los yermos del dolor! ¡A revivir ni un día Ningún poder alcanza De efímera esperanza, La deshojada flor! ¿Qué sol habrá que venza Al desengaño esquivo, Y su calor nativo A un alma yerta dé? El fuego que a natura De vida ardiente inflama, ¡No enciende, no, la llama De la extinguida fe! ¡Sufre los aquilones, Oh árbol afortunado, Que a restaurarte tras su soplo helado El dulce aliento del Favonio esperas! Cuando esa, que depones, Pompa gentil te restituya Mayo, Y tus flores primeras Broten del sol al fecundante rayo, La triste lira mía No templaré para cantar tu gloria, Ni una insana memoria Vendré a abrigar bajo tu copa umbría... Mas pueda entonces, pueda, Rica de aromas, de verdor y flores, (¡Esta esperanza a mi dolor le queda!) Sombra prestar a mi sepulcro frío... Y cuando torne el aquilón impío A marchitar tus plácidos colores, Las ramas melancólicas inclina Sobre mi humilde losa; Y en hora silenciosa, Cuando la noche lóbrega domina Las lánguidas esferas, Y esparce su narcótico beleño, ¡Que tus hojas postreras Giren en torno, y a mi eterno sueño Con lúgubre murmullo Benignas den el postrimer arrullo!
es
Sabines,Jaime
<XXI
Tlaltelolco_68
Nadie sabe el número exacto de los muertos, ni siquiera los asesinos, ni siquiera el criminal. (Ciertamente, ya llegó a la historia este hombre pequeño por todas partes, incapaz de todo menos del rencor.) Tlaltelolco será mencionado en los años que vienen como hoy hablamos de Río Blanco y Cananea, pero esto fue peor, aquí han matado al pueblo; no eran obreros parapetados en la huelga, eran mujeres y niños, estudiantes, jovencitos de quince años, una muchacha que iba al cine, una criatura en el vientre de su madre, todos barridos, certeramente acribillados por la metralla del Orden y Justicia Social. A los tres días, el ejército era la víctima de los desalmados, y el pueblo se aprestaba jubiloso a celebrar las Olimpiadas, que darían gloria a México.
es
Aridjis,Homero
<XXI
Esta_Llama_Que_Asciende
Esta llama que asciende ni caliente ni fría desde su copa vuelve a la tierra su bendición de rayos tal vez es un canto o una letra visible este árbol presente con sus muchas vertientes hacia el cielo espíritu del bosque señor entre las flores este hijo de la tierra y el agua es el aire visible y aun con sus ramas apuntando al suelo asciende a lo sagrado esta luz este árbol
es
Neruda,Pablo
<XXI
Sufre_Más_El_Que_Espera_Siempre
Sufre más el que espera siempre que aquel que nunca esperó a nadie? Dónde termina el arco iris, en tu alma o en el horizonte? Tal vez una estrella invisible será el cielo de los suicidas? Dónde están las viñas de hierro de donde cae el meteoro?
es
Silva-Rosas,Sonia
XXI
Eterno_Retorno
A esta hora todos hemos envejecido lo suficiente como para soportar el eterno retorno de las cosas. Los días caben perfectos entre los dedos y encuentro a Nietzsche crucificado pregonando aún la muerte de Dios, este Dios que se resiste a nombrar el final de la historia. A esta hora todas las palabras se han dormido. Algunas lo hacen ancladas al rostro enjuto de los viejos, otras, sin más ni más, en los labios infantiles que, entre abiertos, buscaban descifrar algo nuevo. A esta hora, señores, todos ignoramos que Dios nos señala, nos amarra a la penumbra y con su dedo índice nos perfora para arrancar, una a una, las hojas de ese gran árbol que llevamos por dentro. Para cuando termine sólo de las ramas penderá el corazón y las palabras asomarán entonces entre los huecos, los días lanzarán un último hilo para tejer en la mano abierta de quien los sostiene algún atardecer que haga mutis y guarde santo y seña de lo sucedido mientras tanto envejecemos. A esta hora Nietzsche continúa pregonando la muerte de Dios y Dios ríe a carcajadas, grita “corte” y nos obliga a repetir la escena. A esta hora todas las palabras se han dormido. Algunas lo hacen ancladas al rostro enjuto de los viejos, otras, sin más ni más, en los labios infantiles que, entre abiertos, buscaban descifrar algo nuevo. A esta hora, señores, todos ignoramos que Dios nos señala, nos amarra a la penumbra y con su dedo índice nos perfora para arrancar, una a una, las hojas de ese gran árbol que llevamos por dentro. Para cuando termine sólo de las ramas penderá el corazón y las palabras asomarán entonces entre los huecos, los días lanzarán un último hilo para tejer en la mano abierta de quien los sostiene algún atardecer que haga mutis y guarde santo y seña de lo sucedido mientras tanto envejecemos. A esta hora Nietzsche continúa pregonando la muerte de Dios y Dios ríe a carcajadas, grita “corte” y nos obliga a repetir la escena. A esta hora, señores, todos ignoramos que Dios nos señala, nos amarra a la penumbra y con su dedo índice nos perfora para arrancar, una a una, las hojas de ese gran árbol que llevamos por dentro. Para cuando termine sólo de las ramas penderá el corazón y las palabras asomarán entonces entre los huecos, los días lanzarán un último hilo para tejer en la mano abierta de quien los sostiene algún atardecer que haga mutis y guarde santo y seña de lo sucedido mientras tanto envejecemos. A esta hora Nietzsche continúa pregonando la muerte de Dios y Dios ríe a carcajadas, grita “corte” y nos obliga a repetir la escena. mientras tanto envejecemos. A esta hora Nietzsche continúa pregonando la muerte de Dios y Dios ríe a carcajadas, grita “corte” y nos obliga a repetir la escena. envejecemos. A esta hora Nietzsche continúa pregonando la muerte de Dios y Dios ríe a carcajadas, grita “corte” y nos obliga a repetir la escena. A esta hora Nietzsche continúa pregonando la muerte de Dios y Dios ríe a carcajadas, grita “corte” y nos obliga a repetir la escena.
es
Arciniegas,Ismael_Enrique
<XXI
¡Si_Atracción_De_Aventuras_Tus_Sueños_Arrebata
¡Si atracción de aventuras tus sueños arrebata, Conquistador, sal pronto! ¿Quiere tu alma sedienta La conquista, el peligro, la gloria o la tormenta? ¡Parte, para que sacies la ambición que te mata! Verás surgir, radiante, del mar que la retrata, A Cathay, donde el tumbo de las olas revienta, y verás a Cipango, fabulosa, opulenta, Levantar a los cielos sus torres de oro y plata. Irás hermosas perlas hollando indiferente; De marfil, de diamantes y de mirra, cargadas Verás las carabelas sobre la mar rugiente; y señor aclamado de Tierras y de Mares, Los reyes que dominen las islas conquistadas Besarán, humillados, el suelo que pisares...
es
Muñiz_Álvarez_del_Castillo,Benjamín
XXI
Para_Una_Gran_Persona
Gracias a ti he aprendido muchas cosas Grandes enseñanzas me ha dejado tu amistad En ti encontré una amistad incondicional En tiempos difíciles fuiste mi fortaleza Apoyarte en tus momentos de dolor ha sido un privilegio Has sido más que una amiga En una hermana te has convertido Tu cariño y tus consejos me han ayudado a salir adelante No hay persona a la que le tenga mayor confianza que a ti Si por alguien he aprendido algo es por ti Tu fortaleza es un ejemplo a seguir Tu manera de ser tu mayor virtud No sé como pasó pero entre nosotros creció una gran amistad Y aunque el destino nos pueda llevar por diferentes senderos El cariño que por ti yo siento no se apagará por nada Sé que aunque nos separemos, esta separación será momentánea Porque algún día, indudablemente, el destino se encargará de reunirnos otra vez Lo único que lamento es el tiempo perdido Haber desperdiciado tantas oportunidades Pero me voy tranquilo, sabiendo que en ti siempre voy a encontrar una verdadera amiga Por lo pronto no te olvides de lo más importante No te olvides que te quiero con todo mi corazón
es
Caballero_Bonald,José_Manuel
<XXI
Ella_Vendía_Frutas,_Abalorios
Ella vendía frutas, abalorios, flores de trapo en un bazar de Esmirna, en el mercado de Sanlúcar, en Basora, en Palermo, en Medellín. Era la misma esclava manumisa, eran los mismos desperdicios amontonados en los intramuros irreparables de la soledad. La recuerdo entre brumas suspensivas, rodeada de perros y garrafas, un bulto aletargado entre otros bultos igualmente inanes, mientras caían como copos las pedregosas horas del invierno. Seguirá estando allí donde yo esté.
es
Peza,Juan_de_Dios
<XXI
Promesas_Vanas
Han pasado muchos años Desde aquella dulce vez En que trémulos y a solas Juramos amor y fe. Has faltado a tus promesas, Y yo he faltado también; Y tú dices: ¡al fin hombre! Y yo digo: ¡al fin mujer! Y ninguno es el culpable: ¡La humanidad así es! Eras muy rubia y muy blanca Tus labios manaban miel: Yo era niño, con el alma Sin engaño ni doblez. Nos encontramos ¿te acuerdas? Al fúlgido amanecer De un domingo: tú rezabas, Y yo rezaba también; Estábamos en el templo; Me miraste, te miré, Y palidecí, y tu rostro Cubrió mortal palidez; Y ya ni oímos la misa, Ni nos dejamos de ver. Después... recuérdalo, niña Recuérdalo, sí, después Pudimos hablar a solas. ¿Qué dijimos? no lo sé; Juramos constancia eterna, Mutua dicha, mutuo bien, Ser en dos cuerpos un alma, En dos almas una fe, Amarnos hasta la muerte, Y tras la muerte también. Has faltado a tus promesas; A mis promesas falté; A otro ser le diste el alma; Yo le di el alma a otro ser; Fuimos los dos inconstantes; Me olvidaste, te olvidé; Y tú dices «al fin hombre», Y yo digo «al fin mujer», Y ninguno es el culpable: ¡La humanidad asi es!
es
Rasch_Isla,Miguel
<XXI
El_Colibrí
Con ágil vuelo el colibrí desciende a un granado que sangra bajo el día, y en pos de la recóndita ambrosía en la más roja flor el pico prende. Como una joya que animara un duende con soplo de invisible hechicería reluce ante la flor y la desprende y con ella en el aire se extasía. Alzala ufano sobre el pico y luego en los vaivenes de gracioso juego se queda en plena luz como abstraído. Y en la mañana fúlgida de oro me parece, irisándose, un sonoro rayo de sol que hubiese florecido.
es
Palés_Matos,Luis
<XXI
Dilema
Contigo estoy perdido, contigo estoy salvado. Eres gozo y tormento, sentencia y redención. Por ti desciendo al vórtice llameante del pecado, por ti alcanzo la gracia divina del perdón. Arcángel o demonio, me tienes condenado a este vivir de muerte que arrastra el corazón. Pasas —soplo del cielo— por mi amor angustiado, y me quemas la sangre como una maldición. Tu voluntad me ha hecho mendigo o potentado. Júbilo y desaliento pones en mi canción. Soy, en tus manos crueles, el burlador burlado, y en el torvo dilema que afronta mi pasión, te amo, con el más negro odio desesperado, te odio, con las más clara y limpia adoración.
es
Ruoppolo,Pablo
XXI
Me_He_Despojado_De_Mí_Mismo
Me he despojado de mí mismo, Del condicionamiento de mi existencia pasada. He vuelto a nacer en blanco, Sin prejuicios, Sin ataduras, Sin maletas Sin opiniones, Sin preferencias, Sin cuerpo, Sin pensamientos, Solamente con sentimientos. Me he liberado de todo Para poder amarlo todo. Y para poder amarlo todo, Todo he tenido que perder.
es
Góngora,Luis_de
<XXI
Señora_Doña_Puente_Segoviana
Señora doña puente segoviana, Cuyos ojos están llorando arena, Si es por el río, muy enhorabuena, Aunque estáis para viuda muy galana. De estangurria murió. No hay castellana Lavandera que no llore de pena, Y fulano sotillo se condena De olmos negros a loba luterana. Bien es verdad que dicen los doctores Que no es muerto, sino que del estío Le causan parasismos los calores; Que a los primeros del diciembre frío, De sus mulas harán estos señores Que los orines den salud al río. De estangurria murió. No hay castellana Lavandera que no llore de pena, Y fulano sotillo se condena De olmos negros a loba luterana. Bien es verdad que dicen los doctores Que no es muerto, sino que del estío Le causan parasismos los calores; Que a los primeros del diciembre frío, De sus mulas harán estos señores Que los orines den salud al río. Bien es verdad que dicen los doctores Que no es muerto, sino que del estío Le causan parasismos los calores; Que a los primeros del diciembre frío, De sus mulas harán estos señores Que los orines den salud al río. Que a los primeros del diciembre frío, De sus mulas harán estos señores Que los orines den salud al río.
es
Neruda,Pablo
<XXI
Me_Llamo_Pájaro_Pablo
Me llamo pájaro Pablo, ave de una sola pluma, volador de sombra clara y de claridad confusa, las alas no se me ven, los oídos me retumban cuando paso entre los árboles o debajo de las tumbas cual un funesto paraguas o como espada desnuda, estirado como un arco o redondo como una uva, vuelo y vuelo sin saber, herido en la noche oscura, quiénes me van a esperar, quiénes no quieren mi canto, quiénes me quieren morir, quiénes no saben que llego y no vendrán a vencerme, a sangrarme, a retorcerme o a besar mi traje roto por el silbido del viento. Por eso vuelvo y me voy, vuelo y no vuelo pero canto: soy el pájaro furioso de la tempestad tranquila.
es
Figueroa,Francisco_de
<XXI
Soneto_Lvi
Bien te miro correr, tiempo ligero, Cual por mar llano despalmada nave. Antes volar como saeta, o ave, Que pasan sin dejar rastro, o sendero. Yo dormido en mis daños persevero, Tinto de manchas y de culpas grave; Y siendo fuerza que me alivie y lave, Llanto y dolor aguardo el día postrero: Este no sé cuando verná; confío Que ha de tardar; y es ya quizá llegado, Y antes será pasado, que creído: Señor, tu soplo aliente al albedrío: Despierte al alma: al corazón manchado Limpie; y ablande el pecho endurecido.
es
Gelman,Juan
<XXI
Olores
Comemos y nos cuidamos. ¿Quién nos cuida la desesperación? A veces la voluntad se tierniza y piensa este mundo como una ilusión favorable. A condición de que se queden los pies, de que los buques no lastimen. Ésta debe ser una tristeza urbana. Los edificios no dialogan y el cansancio silba. Niños piden limosna y no huelen a gardenia. Allí, secos.
es
Ibarbourou,Juana_de
<XXI
Noche_De_Lluvia
Llueve... Espera, no duermas, estáte atento a lo que dice el viento y a lo que dice el agua que golpea con sus dedos menudos en los vidrios. Todo mi corazón se vuelve oídos para escuchar a la hechizada hermana, que ha dormido en el cielo, que ha visto el sol de cerca, y baja ahora elástica y alegre de la mano del viento, igual que una viajera que torna a un país de maravilla. ¡Cómo estará de alegre el trigo ondeante! ¡Con qué avidez se esponjará la hierba! ¡Cuántos diamantes colgarán ahora del ramaje profundo de los pinos! Espera, no te duermas. Escuchemos el ritmo de la lluvia. Apoya entre mis senos tu frente taciturna. Yo sentiré el latir de tus dos sienes palpitantes y tibias, como si fueran dos martillos vivos que golpearan mi carne. Espera, no te duermas. Esta noche somos los dos un mundo, aislado por el viento y por la lluvia entre la cuenca tibia de una alcoba. Espera, no te duermas. Esta noche somos acaso la raíz suprema de donde debe germinar mañana el tronco bello de una raza nueva
es
Aleixandre,Vicente
<XXI
Sobre_Esa_Arena_Yace_Todavía._Es_La_Playa_De_Benalmádena
Sobre esa arena yace todavía. Es la playa de Benalmádena. Allí Torrequebrada. Y aquí en espumas cede el mar algo que es suyo, por derecho de posesión durable: siglos. La estatua es bella. Quizá desde la costa del sur de Italia salió, cuando los Flavios, en un barco ligero cargado de tesoros: mosaicos y marfiles, arcas de gruesa especie, mármoles, piedras, brillos... Todo pesado y bello, peligroso en la cava, cuando el tablero es frágil. Atravesó el soberbio Mediterráneo en calma: todo poder, en olas. Y ya aquí junto a esa costa, rumbo ¿adónde? en la Bética, la mar irguiose. Acaso fue su cólera, quizá el desdén: el barco tragado fue en las minas azules y hubo un grito armónico, y las ondas hermosas prevalecen. Todo quietud el mar, el «mar nuestro» reposa. Y guarda. Veinte siglos sin alterar su lento conocimiento: nave, tesoros, piedras, luces, veladas suavemente por una arena en calma, son un silencio antiguo, sin tiempo, entre las ondas. Hasta que nuevas sombras, humanas, ay —delfines— desnudas irrumpieron, rompiendo el ser constante. ¿Hay algo más constante que el mar? Sus salas únicas en majestad se esparcen, otorgan, y nadie pisa el ámbito. Y los delgados peces —no; fueron hombres—, ligeros, heridores, hendieron las paredes del agua dura, eterna más que inmortal, y abriéronse cortinas, y violaron la majestad que suma despojos, ofrecidos, votivos para siempre, ardiendo en luces húmedas. Oh, fuego sin cenizas bajo la mar, sin dioses. Y los que allí bajaron, rompiendo espeso el muro del mar, luego emergieron con el precioso resto intacto: la piedra bella en orden. La forma: el dios vacío. Aquí está: es la presea del mar. Justa. Dionisos quizá, o su sombra infausta. La yerta luz, su peso. Su misterioso peso, como un rayo ofendido que ahí se agoípó y deslumbra. La mar, la mar ahí erguida. Es tiempo, porque humana. Es obra. Ahí en la arena, levanta el brazo en arco sobre la testa libre. Los pámpanos, el torso desnudo; a la cintura vese la piel salvaje. El tronco sostiene el cuello y álzase en fin un rostro joven de veinte siglos puros de mar, de mar sin horas. No es mármol su materia confusa. Azul la piedra: mar, mar, es un pedazo de mar, y, en pie, una ola. Que nunca rompe y abre sus ojos para el hombre cual si lo reclamara para su origen: aguas, arenas, viento hondísimo. Playa de Benalmádena... Se ven brazos morenos, pies trabajados, piernas, visicitud, esfuerzo. Y estos hoy andaluces que con su pelo oscuro, real, hoy congregados, miran con ciertos ojos la forma intacta, el tiempo petrificado, pasan efímeros y acaso señalan : «¿Y es un hombre?» No, no es un hombre, ved: Mitad mar, mitad tiempo, parece piedra. Y dura. Como en la mar, las olas.
es
Castellanos,Rosario
<XXI
Lamentación_De_Dido
Guardiana de las tumbas; botín para mi hermano, el de la corva garra de gavilán; nave de airosas velas, nave graciosa, sacrificada al rayo de las tempestades; mujer que asienta por primera vez la planta del pie en tierras desoladas y es más tarde nodriza de naciones, nodriza que amamanta con leche de sabiduría y de consejo; mujer siempre, y hasta el fin, que con el mismo pie de la sagrada peregrinación sube —arrastrando la oscura cauda de su memoria— hasta la pira alzada del suicidio. Tal es el relato de mis hechos. Dido mi nombre. Destinos como el mío se han pronunciado desde la Antigüedad con palabras hermosas y nobilísimas. Mi cifra se grabó en la corteza del árbol enorme de las tradiciones. Y cada primavera, cuando el árbol retoña, es mi espíritu, no el viento sin historia, es mi espíritu el que estremece y el que hace cantar su follaje. Y para renacer, año con año, escojo entre los apóstrofes que me coronan, para que resplandezca con un resplandor único, éste, que me da cierto parentesco con las playas: Dido, la abandonada, la que puso su corazón bajo el hachazo de un adiós tremendo. Yo era lo que fui: mujer de investidura desproporcionada con la flaqueza de su ánimo. Y, sentada a la sombra de un solio inmerecido, temblé bajo la púrpura igual que el agua tiembla bajo el légamo. Y para obedecer mandatos cuya incomprensibilidad me sobrepasa recorrí las baldosas de los pórticos con la balanza de la justicia entre mis manos y pesé las acciones y declaré mi consentimiento para algunas —las más graves—. Esto era en el día. Durante la noche no lo copa del festín, no la alegría de la serenata, no el sueño deleitoso. Sino los ojos acechando en la oscuridad, la inteligencia batiendo la selva intrincada de los textos para cobrar la presa que huye entre las páginas. Y mis oídos, habituados a la ardua polémica de los mentores, llegaron a ser hábiles para distinguir el robusto sonido del oro del estrépito estéril con que entrechocan los guijarros. De mi madre, que no desdeñó mis manos y que me las ungió desde el amanecer con la destreza, heredé oficios varios; cardadora de lana, escogedora del fruto que ilustra la estación y su clima, despabiladora de lámparas. Así pues tomé la rienda de mis días: potros domados, conocedores del camino, reconocedores de la querencia. Así pues ocupé mi sitio en la asamblea de los mayores. Y a la hora de la partición comí apaciblemente el pan que habían amasado mis deudos. Y con frecuencia sentí deshacerse entre mi boca el grano de sal de un acontecimiento dichoso. Pero no dilapidé mi lealtad. La atesoraba para el tiempo de las lamentaciones, para cuando los cuervos aletean encima de los tejados y mancillan la transparencia del cielo con su graznido fúnebre; para cuando la desgracia entra por la puerta principal de las mansiones y se la recibe con el mismo respeto que a una reina. De este modo transcurrió mi mocedad: en el cumplimiento de las menudas tareas domésticas; en la celebración de los ritos cotidianos; en la asistencia a los solemnes acontecimientos civiles. Y yo dormía, reclinando mi cabeza sobre una almohada de confianza. Así la llanura, dilatándose, puede creer en la benevolencia de su sino, porque ignora que la extensión no es más que la pista donde corre, como un atleta vencedor, enrojecido por el heroísmo supremo de su esfuerzo, la llama del incendio. Y el incendio vino a mí, la predación, la ruina, el exterminio ¡y no he dicho el amor!, en figura de náufrago. Esto que el mar rechaza, dije, es mío. Y ante él me adorné de la misericordia como del brazalete de más precio. Yo te conjuro, si oyes a que respondas: ¿quién esquivó la adversidad alguna vez? ¿Y quién tuvo a desdoro llamarle huésped suya y preparar la sala del convite? Quien lo hizo no es mi igual. Mi lenguaje se entronca con el de los inmoladores de sí mismos. El cuchillo bajo el que se quebró mi cerviz era un hombre llamado Eneas. Aquel Eneas, aquel, piadoso con los suyos solamente; acogido a la fortaleza de muros extranjeros; astuto, con astucias de bestia perseguida; invocador de númenes favorables; hermoso narrador de infortunios y hombre de paso; hombre con el corazón puesto en el futuro. —La mujer es la que permanece; rama de sauce que llora en las orillas de los ríos—. Y yo amé a aquel Eneas, a aquel hombre de promesa jurada ante otros dioses. Lo amé con mi ceguera de raíz, con mi soterramiento de raíz, con mi lenta fidelidad de raíz. No, no era la juventud. Era su mirada lo que así me cubría de florecimientos repentinos. Entonces yo fui capaz de poner la palma de mi mano, en signo de alianza, sobre la frente de la tierra. Y vi acercarse a mí, amistadas, las especies hostiles. Y vi también reducirse a número los astros. Y oí que el mundo tocaba su flauta de pastor. Pero esto no era suficiente. Y yo cubrí mi rostro con la máscara nocturna del amante. Ah, los que aman apuran tósigos mortales. Y el veneno enardeciendo su sangre, nublando sus ojos, trastornando su juicio, los conduce a cometer actos desatentados; a menospreciar aquello que tuvieron en más estima; a hacer escarnio de su túnica y a arrojar su fama como pasto para que hocen los cerdos. Así, aconsejada de mis enemigos, di pábulo al deseo y maquiné satisfacciones ilícitas y tejí un espeso manto de hipocresía para cubrirlas. Pero nada permanece oculto a la venganza. La tempestad presidió nuestro ayuntamiento; la reprobación fue el eco de nuestras decisiones. Mirad, aquí y allá, esparcidos, los instrumentos de la labor. Mirad el ceño del deber defraudado. Porque la molicie nos había reblandecido los tuétanos. Y convertida en antorcha yo no supe iluminar más que el desastre. Pero el hombre está sujeto durante un plazo menor a la embriaguez. Lúcido nuevamente, apenas salpicado por la sangre de la víctima, Eneas partió. Nada detiene al viento. ¡Cómo iba a detenerlo la rama de sauce que llora en las orillas de los ríos! En vano, en vano fue correr, destrenzada y frenética, sobre las arenas humeantes de la playa. Rasgué mi corazón y echó a volar una bandada de palomas negras. Y hasta el anochecer permanecí, incólume como un acantilado, bajo el brutal abalanzamiento de las olas. He aquí que al volver ya no me reconozco. Llego a mi casa y la encuentro arrasada por las furias. Ando por los caminos sin más vestidura para cubrirme que el velo arrebatado a la vergüenza; sin otro cíngulo que el de la desesperación para apretar mis sienes. Y, monótona zumbadora, la demencia me persigue con su aguijón de tábano. Mis amigos me miran al través de sus lágrimas; mis deudos vuelven el rostro hacia otra parte. Porque la desgracia es espectáculo que algunos no deben contemplar. Ah, sería preferible morir. Pero yo sé que para mí no hay muerte. Porque el dolor —¿y qué otra cosa soy más que dolor?— me ha hecho eterna.
es
Parra,Nicanor
<XXI
Pussykatten
Este gato se está poniendo viejo Hacen algunos meses Hasta su propia sombra Le parecía algo sobrenatural. Sus mostachos eléctricos lo detectaban todo: Escarabajo, mosca, matapiojo, Todo tenía para él un valor específico. Ahora se lo pasa Acurrucado cerca del brasero. Que el perro lo olfatee O que las ratas le muerdan la cola Son hechos que para él no tienen ninguna importancia. El mundo pasa sin pena ni gloria A través de sus ojos entornados. ¿ Sabiduría? ¿misticismo? ¿nirvana? Seguramente las tres cosas juntas Y sobre todo tiempotranscurrido. El espinazo blanco de ceniza Nos indica que él es un gato Que se sitúa más allá del bien y del mal.
es
Chocano,José_Santos
<XXI
El_Último_Canto_De_Nerón
Antes que mi arte interrumpido sea por la turba mendaz, que ayer mi gloria y hoy a los vientos mi baldón vocea; antes ¡ay! de mis cláusulas de oro mezclen su brillo a la menguada escoria de fementida turba sin decoro; antes ¡ay! que esa turba se sonría del misterioso encanto de mis notas, han de saltar bajo la mano mía, que el timón tuerce a los seguros huertos las siete cuerdas de mi lira rotas, los treinta abriles de mi vida muertos. Artista antes que César, mi corona mejor es de laurel: soy el unjido que de los dioses el elogio entona y recibe de manos de los dioses única lira. Apolo: yo te pido que me dejes cantar, mientras reposes. La voz de Apolo apenas si podría igualar de mi voz la euritmia grave y el justo són y la ágil maestría: temo así que la turba espante el eco de mi voz blanda como el trueno al ave. Llena es su voz y mi cantar es hueco : mi cantar es la forma esbelta y pura, que de rítmicas pompas se rodea y que no precia ser en su estructura mágico estuche de inmortal idea. ¿Idea para qué? La forma es todo. Tengo en el mármol mi inviolable norma: requiere ideas el humano lodo; pero al mármol le basta con la forma. La forma es todo. La beldad en ella está al contacto de la idea, extraña. El ferrado titán de la montaña supo esconder la celestial centella en el hueco también de frágil caña. Venus no es sabia, pero siempre es bella. Fue la belleza mi ideal. Collares de perlas que ensartaba hilo sonoro, parecían los férvidos cantares que desataba en ánforas de oro, de la inútil belleza en los altares. Belleza fue lo que buscó mi anhelo en el capricho de las iras locas: sembrar rosas de sangre por el suelo, ver el espanto en las abiertas bocas, oír el grito de la carne herida, sentir el choque de la lucha fuerte, distraer el cansancio de la vida con novedades trágicas de muerte, depurar el placer de todo hastío en inédito amor nunca explorado, desviar las aguas del eterno río y buscar nuevos cauces al pecado; ese el afán poético, ese el mío, cuidando siempre de estampar el sello de originalidad al desvario. ¡Loado sea el mal, si el mal es bello! Recuerdo aún el crimen que es el toque de más alto carmín en mi delirio: ¡Agripina! ¡Agripina! Es como el choque de un arma en el combate: un meteoro que ensangrienta mi noche de martirio. Era mi madre. ¿Y la maté? Lo ignoro. ¿Es culpable el puñal que abre la herida o lo es la mano que lo oprime y blande? Esos que huyeron ya, los mis amigos, pusieron una valla con tal vida a mi grandeza y decídí ser grande. Luego, quise mirarla sin testigos, inerte, maldiciendo en mi conciencia que obstáculo y baldón se hubiera hecho de mi existencia quien me dió existencia: pude darla mi amor, no mi derecho. ¿Para qué verla así? Para que a solas el propio marque arrebató la arena en la épica furia de sus olas, la llorase con lágrimas de pena. El velo levanté: la vi dormida. ¡Oh blanca desnudez! En su hermosura ostentábase pálida y sin vida, como una praxitélica escultura: y rígido quedé, tal como un muerto, gozando, en actitud sobrecogida, de sus líricas formas el concierto. ¿Qué tiempo quedé así? Fue como un siglo. Palpitantes mis alas de poeta, escondidas mis garras de vestiglo, volando me lancé: lira de oro, en el lejo palacio, ansiaba inquieta romper quizás en cántico sonoro. Y cantar quise. La belleza pura de esa muerta mujer nubló mi vista. Si yo hubiera sabido su hermosura, la hubiera respetado como artista. Hui lejos, hui, tal como fuga timida estrella cuando Phebo nace: saltó en mi frente la primer arruga; verde cana brotó en mi cabellera; y lloré cual la nieve se deshace en torrentes que enfloran la pradera. Tal llorara la muerte de una diosa: y es que mi ánima estaba arrepentida de haber robado el soplo de la vida a esa mujer como ninguna hermosa. Hui lejos, hui... Cuando mi duelo calmose al fin y regresé a mis lares, saludáronme, en fiestas de consuelo, las frentes abatidas hasta el suelo, las lenguas desatadas en cantares. Como hoja seca en alas de la brisa arrastrose a mis pies la turba loca. Y entonces —era justo— una sonrisa de supremo desdén jugó en mi boca... ...Oigo el tumulto ya: piafan caballos. Oigo ya el trote délos rudos callos. ¡Oh dicha, si en mis cánticos triunfales se ajustara al acento de mi lira el ritmo de los cascos musicales! Tiempo es ya de morir. ¡Démonos prisa! Debes lanzar por fin tu último acento, lira polifonética que al viento ora das un lamento, ora una risa, ora das una risa, ora un lamento. Ya que el esclavo resistió cobarde a matarme, yo quiero con mi mano hacer de gloria el postrimer alarde; y me hundiré el puñal en la garganta,— ¡nudo de vida que en el cuerpo humano tiene mi preferencia... porque canta!
es
Bañuelos,Juan
<XXI
Que_Ya_Es_Tarde._Y_Más_Bien_Estamos_Muertos
Que ya es tarde. Y más bien estamos muertos. ¿Qué haces, entonces, dime, y a qué vienes? (Ya habrás mordido el día, como el perro muerde a oscuras el nombre de los meses). No vengas más. No necesito a nadie que pisotee mi sombra y tenga al llanto de pie en mi puerta, oyéndome la sangre. ¡Qué no bebí! Amor y muerte a tragos. Tú lo sabes. Soy un ayer de astillas clavado en este humo que levanta mi raza de fantasmas y cenizas. No preguntes por mí. Cercena para siempre tu corazón y el mío. Déjalos como el día y la noche del olvido.
es
Pombo,Rafael
<XXI
Irónico_Es_A_Mi_Ver
Irónico es a mi ver Saludar con gesto amable Ese sol imperdonable Que nos saludó al nacer. Y si en vez de hombre es mujer La de la absurda ironía En pro de la cortesía. Hay que cerrar el capítulo Adjudicándole el título De docta en filosofía. Mas como el ajeno mal Del propio mal es consuelo No causa al prójimo duelo De su prójimo el natal; Antes bien, es natural Que se baile de contento Conmemorando el momento En que del mundo al dintel Vino otro a partir con él De esta cárcel el tormento.
es
Jiménez_Domínguez,Jesús
XXI
Cerrando_El_Libro_Abrimos_El_Olvido,_Bisagra_En_La_Nieve
CERRANDO el libro abrimos el olvido, bisagra en la nieve
es
Neruda,Pablo
<XXI
Amigo,_Llévate_Lo_Que_Tú_Quieras
Amigo, llévate lo que tú quieras, penetra tu mirada en los rincones, y si así lo deseas yo te doy mi alma entera con sus blancas avenidas y sus canciones. Amigo —con la tarde haz que se vaya este inútil y viejo deseo de vencer, Bebe en mi cántaro si tienes sed. Amigo —con la tarde haz que se vaya este deseo mío de que todo rosal me pertenezca, Amigo, si tienes hambre come de mi pan. Todo, amigo, lo he hecho para ti. Todo esto que sin mirar verás en mi estancia desnuda: todo esto que se eleva por los muros derechos —como mi corazón— siempre buscando altura. Te sonríes —amigo... ¡Qué importa! Nadie sabe entregar en las manos lo que se esconde adentro, pero yo te doy mi alma, ánfora de mieles suaves, y todo te lo doy... Menos aquel recuerdo... ...Que en mi heredad vacía aquel amor perdido, es una rosa blanca, que se abre en silencio...
es
Aleixandre,Vicente
<XXI
Por_La_Ciudad_Callada_El_Niño_Pasa
Por la ciudad callada el niño pasa. No hacen ruido las voces, ni los pasos. Es un niño pequeño en su bicicleta. Atraviesa la calle majestuosa, enorme, cruzada por los lentos tranvías. Y sortea carruajes, carros finos, cuidados. Y va suavemente con las manos al aire, casi dichoso. De pronto, ¿qué? Sí, el gran parque que se lo traga. ¡Cómo pedalea por la avenida central, rumbo al lago! Y el niño quisiera entrar en el agua, y por allí deslizarse, ligero sobre la espuma. (¡Qué maravillosa bicicleta sobre las aguas, rauda con su estela levísima! ¡Y qué desvariar por las ondas, sin pesar, bajo cielos!...) Pero el niño se apea junto al lago. Una barca. Y rema dulcemente, muy despacio, y va solo. Allí la estatua grande sobre la orilla, y en la otra orilla el sueño bajo los árboles. Suena el viento en las ramas, y el niño se va acercando. Es el verano puro de la ciudad, y suena el viento allí quedamente. Sombras, boscaje, oleadas de sueño que cantan dulces. Y el niño solo se acerca y rema, rema muy quedo. Está cansado y es leve. Qué bien la sombra bajo los árboles. Ah, qué seda o rumor... Y los remos penden, meciéndose. Y el niño está dormido bajo las grandes hojas, y sus labios frescos sueñan..., como sus ojos.
es
Neruda,Pablo
<XXI
Los_Jugadores
Juegan, juegan. Agachados, arrugados, decrépitos. Este hombre torvo junto a los mares de su patria, más lejana que el sol, cantó bellas canciones. Canción de la belleza de la tierra, canción de la belleza de la Amada, canción, canción que no precisa fin. Este otro de la mano en la frente, pálido como la última hoja de un árbol, debe tener hijas rubias de carne apretada, granada, rosada. Juegan, juegan. Los miro entre la vaga bruma del gas y el humo. Y mirando estos hombres sé que la vida es triste. Este hombre torvo junto a los mares de su patria, más lejana que el sol, cantó bellas canciones. Canción de la belleza de la tierra, canción de la belleza de la Amada, canción, canción que no precisa fin. Este otro de la mano en la frente, pálido como la última hoja de un árbol, debe tener hijas rubias de carne apretada, granada, rosada. Juegan, juegan. Los miro entre la vaga bruma del gas y el humo. Y mirando estos hombres sé que la vida es triste. Canción de la belleza de la tierra, canción de la belleza de la Amada, canción, canción que no precisa fin. Este otro de la mano en la frente, pálido como la última hoja de un árbol, debe tener hijas rubias de carne apretada, granada, rosada. Juegan, juegan. Los miro entre la vaga bruma del gas y el humo. Y mirando estos hombres sé que la vida es triste. Este otro de la mano en la frente, pálido como la última hoja de un árbol, debe tener hijas rubias de carne apretada, granada, rosada. Juegan, juegan. Los miro entre la vaga bruma del gas y el humo. Y mirando estos hombres sé que la vida es triste. Juegan, juegan. Los miro entre la vaga bruma del gas y el humo. Y mirando estos hombres sé que la vida es triste. Los miro entre la vaga bruma del gas y el humo. Y mirando estos hombres sé que la vida es triste.
es
Fuertes,Gloria
<XXI
Todos_Contra_La_Contaminación
Que los hombres no manchen los ríos. Que los hombres no manchen el mar. Que los niños no maltraten los árboles. Que los hombres no ensucien la ciudad. (No quererse es lo que más contamina, sobre el barco o bajo la mina). Que los tigres no tengan garras, Que los países no tengan guerras. Que los niños no maten pájaros, Que los gatos no maten ratones. Y, sobre todo, que los hombres No maten hombres.
es
Campoamor,Ramón_de
<XXI
¡Quién_Supiera_Escribir!
—Escribidme una carta, señor Cura. —Ya sé para quién es. —¿Sabéis quién es, porque una noche oscura Nos visteis juntos? —Pues. —Perdonad; mas... —No extraño ese tropiezo. La noche... la ocasión... Dadme pluma y papel. Gracias. Empiezo: Mi querido Ramón: —¿Querido?... Pero, en fin, ya lo habéis puesto... —Si no queréis... —¡Sí, sí! —¡Qué triste estoy! ¿No es eso? —Por supuesto. —¡Qué triste estoy sin ti! Una congoja, al empezar, me viene... —¿Cómo sabéis mi mal? —Para un viejo, una niña siempre tiene El pecho de cristal. ¿Qué es sin ti el mundo? Un valle de amargura, ¿Y contigo? Un edén. — Haced la letra clara, señor Cura; Que lo entienda eso bien. —El beso aquel que de marchar a punto Te di... —¿Cómo sabéis?... —Cuando se va y se viene y se está junto Siempre... no os afrentéis. Y si volver tu afecto no procura, Tanto me harás sufrir... —¿Sufrir y nada más? No, señor Cura, ¡Que me voy a morir! —¿Morir? ¿Sabéis que es ofender al cielo?... —Pues, sí, señor, ¡morir! —Yo no pongo morir. —¡Qué hombre de hielo! ¡Quién supiera escribir! Mi querido Ramón: ¡Qué triste estoy! ¡Qué triste estoy sin ti! Una congoja, al empezar, me viene... ¿Qué es sin ti el mundo? Un valle de amargura, ¿Y contigo? Un edén. El beso aquel que de marchar a punto Te di morir ¡Señor Rector, señor Rector! en vano Me queréis complacer, Si no encarnan los signos de la mano Todo el ser de mi ser. Escribidle, por Dios, que el alma mía Ya en mí no quiere estar; Que la pena no me ahoga cada día... Porque puedo llorar. Que mis labios, las rosas de su aliento, No se saben abrir; Que olvidan de la risa el movimiento A fuerza de sentir. Que mis ojos, que él tiene por tan bellos, Cargados con mi afán, Como no tienen quien se mire en ellos, Cerrados siempre están. Que es, de cuantos tormentos he sufrido, La ausencia el más atroz; Que es un perpetuo sueño de mi oído El eco de su voz... Que siendo por su causa, el alma mía ¡Goza tanto en sufrir!... Dios mío ¡cuántas cosas le diría Si supiera escribir!... —Pues señor, ¡bravo amor! Copio y concluyo: A don Ramón... En fin, Que es inútil saber para esto arguyo Ni el griego ni el latín. A don Ramón
es
Mansilla_Rojas,Migdalia_B.
XXI
Soy_Una_Extranjera_En_Tu_Lecho_De_Palabras
Soy una extranjera en tu lecho de palabras, una emigrante que llegó un día huyendo del dolor pérfido y cruel del desamor al país de las ilusiones. Soy una errante ahora detrás de las columnas, debajo de las cornisas de todos los edificios imaginarios, de todas las calles vacías de gentes y de bulla. Soy una exiliada del amor, deportada de un corazón a otro y sin embargo, creyente de tu palabra, amalgama de tu ser en las angustias que rasgamos en las paredes de la ciudad ambulante. Soy una extraña en tu mundo, soy de las que viven compartiendo secretas soledades y ansiando otra especie de sueño en la vida que un día no muy lejano pusiste a mis pies. Soy una extranjera en tu lecho de palabras, una sombra que solo promete un amargo silencio en el momento justo en que se revelen todos los sonidos. Soy al fin, en un resumen sin historia, una asilada en este mundo raro y ajeno. Migdalia B. Mansilla R.
es
Cetina,Gutierre_de
<XXI
Crüel_Y_Venturosa_Gelosía
Crüel y venturosa gelosía, si de humano sentido alcanzas parte, ¿por qué enemiga así quieres mostrarte al mundo, a mí y a la señora mía? Cuanta el mundo beldad mirar podría, celas con importuna e invidiosa arte; a mí causas dolor con tu cerrarte y a mi señora ofende tu porfía. Ella quiere ser vista porque vea la tierra el mayor bien que puede verse, y el cielo la beldad que allá desea. ¡Aquel fuego que en mí pudo encenderse te abrase! Pero no, porque no sea tu encenderte ocasión de su esconderse.
es
Villaurrutia,Xavier
<XXI
Todo_En_La_Noche_Vive_Una_Duda_Secreta
Todo en la noche vive una duda secreta: el silencio y el ruido, el tiempo y el lugar. Inmoviles dormidos o despiertos sonambulos nada podemos contra la secreta ansiedad. Y no basta cerrar los ojos en la sombra ni hundirlos en el sueño para ya no mirar, porque en la dura sombra y en la gruta del sueño la misma luz nocturna nos vuelve a desvelar. Entonces, con el paso de un dormido despierto, sin rumbo y sin objeto nos echamos a andar. La noche vierte sobre nosotros su misterio, y algo nos dice que morir es despertar. ¿Y quien entre las sombras de una calle desierta, en el muro, livido espejo de soledad, no se ha visto pasar o venir a su encuentro y no ha sentido miedo, angustia, duda mortal? El miedo de no ser sino un cuerpo vacio que alguien, yo mismo o cualquier otro, puede ocupar y la angustia de verse fuera de si viviendo y la duda de ser o no ser realidad.
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
Por_Su_Esfera_Sin_Números_Ni_Horario
Por su esfera sin números ni horario el estío circuye tu corola y mi cuerda de sangre va cosiendo a tu mudez mis golondrinas rotas. Ellas, luego, de vuelta, me repiten las campanas ardientes de las horas, y tus rítmicas aspas me voltean y en mi frontón tu soledad rebota. Me las oigo crujir celdas abajo, remontar los pinares de mis lomas y caer como piedras en un lago, despertando en mi azul saladas ondas. Las oigo, sí, las oigo en mi silencio dilatar sus redondas caracolas, buscando unas cortinas que me llueven los húmedos cabellos de una aurora. Y se vuelven a ti como llegaron, pensativas, sedientas amazonas, con las manos vacías crepitando el gesto de sus cardos en derrota. No son iguales, no, no son iguales las golondrinas rotas de las horas.
es
Aleixandre,Vicente
<XXI
No_Importan_Los_Emblemas
No importan los emblemas ni las vanas palabras que son un soplo sólo. Importa el eco de lo que oí y escucho. Tu voz, que muerta vive, como yo que al pasar aquí aún te hablo. Eras más consistente, más duradera, no porque te besase, ni porque en ti asiera firme a la existencia. Sino porque como la mar después que arena invade temerosa se ahonda. En verdes o en espumas la mar, se aleja. Como ella fue y volvió tú nunca vuelves. Quizá porque, rodada sobre playa sin fin, no pude hallarte. La huella de tu espuma, cuando el agua se va, queda en los bordes. Sólo bordes encuentro. Sólo el filo de voz que en mí quedara. Como un alga tus besos. Mágicos en la luz, pues muertos tornan
es
Paz,Octavio
<XXI
Primavera_Y_Muchacha
En su tallo de calor se balancea La estación indecisa Abajo Un gran deseo de viaje remueve Las entrañas heladas del lago Cacerías de reflejos allá arriba La ribera ofrece guantes de musgo a tu blancura La luz bebe luz en tu boca Tu cuerpo se abre como una mirada Como una flor al sol de una mirada Te abres Belleza sin apoyo Basta un parpadeo Todo se precipita en un ojo sin fondo Basta un parpadeo Todo reaparece en el mismo ojo Brilla el mundo Tú resplandeces al filo del agua y de la luz Eres la hermosa máscara del día Aunque la nieve caiga en racimos maduros Nadie sacude ramas allá arriba El árbol de la luz no da frutos de nieve Aunque la nieve se disperse en polen No hay semillas de nieve No hay naranjas de nieve no hay claveles No hay cometas ni soles de nieve Aunque vuele en bandadas no hay pájaros de nieve En la palma del sol brilla un instante y cae Apenas tiene cuerpo apenas peso apenas nombre Y ya lo cubre todo con su cuerpo de nieve Con su peso de luz con su nombre sin sombra
es
Gelman,Juan
<XXI
Reuniones
la mujer sentada en la plaza no tiene techo tiene un chico de cinco años que se pone a gritar en la plaza grita bajo el cielo abierto en la plaza hace 20 días que el chico de pronto se pone a gritar bajo el cielo esos gritos cuelgan del aire un rato y caen sin que nadie los vea guarde o moje para apagar/el frío los arruga y crujen como padecimientos como hojas como secos en la plaza mientras algunos preparan una reunión para defender a la poesía citan poetas por teléfono algo cruje ahora o padece apenas cubierto por el otoño o la mano de la mujer contra la boca del chico o la boca del chico gritando contra el cielo o mano la reunión de la boca y la mano para defender a la poesía/de la boca a la mano ¿cómo es el viaje? el grito ¿echa raíces quieto por fin? la mano ¿vuelve a ser tierra para abrigar los gritos desolados del pobrecito en el día? ¿y qué germinará de boca a mano? ¿planta? ¿monstruo? ¿belleza que andará por el mundo después? el dolor ¿dará belleza después? tanto dolor acá ¿dará belleza algún día? esta reunión bajo los astros que callan o brillan ¿calla brilla en la tarde como astro reunido? ¿callará brillará como astro después? ¿tiembla cielo de la boca a la mano como techo para astros germinaciones padecimientos que caen del chico la mujer? oh astros ¿crujen como hojas en la plaza? ¿para defender a la poesía?
es
Borges,Jorge_Luis
<XXI
Oda_Escrita_En_1966
Nadie es la patria. Ni siquiera el jinete que, alto en el alba de una plaza desierta, rige un corcel de bronce por el tiempo, ni los otros que miran desde el mármol, ni los que prodigaron su bélica ceniza por los campos de América o dejaron un verso o una hazaña o la memoria de una vida cabal en el justo ejercicio de los días. Nadie es la patria. Ni siquiera los símbolos. Nadie es la patria. Ni siquiera el tiempo cargado de batallas, de espadas y de éxodos y de la lenta población de regiones que lindan con la aurora y el ocaso, y de rostros que van envejeciendo en los espejos que se empañan y de sufridas agonías anónimas que duran hasta el alba y de la telaraña de la lluvia sobre negros jardines. La patria, amigos, es un acto perpetuo como el perpetuo mundo. (Si el Eterno Espectador dejara de soñarnos un solo instante, nos fulminaría, blanco y brusco relámpago, Su olvido.) Nadie es la patria, pero todos debemos ser dignos del antiguo juramento que prestaron aquellos caballeros de ser lo que ignoraban, argentinos, de ser lo que serían por el hecho de haber jurado en esa vieja casa. Somos el porvenir de esos varones, la justificación de aquellos muertos; nuestro deber es la gloriosa carga que a nuestra sombra legan esas sombras que debemos salvar. Nadie es la patria, pero todos lo somos. Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante, ese límpido fuego misterioso.
es
Muñiz_Álvarez_del_Castillo,Benjamín
XXI
No_Puedo_Creer_Que_Lo_Nuestro_Haya_Terminado
No puedo creer que lo nuestro haya terminado Que nuestro mundo se derrumbe sin previo aviso El sol se puso para nosotros La apatía invadió nuestros caminos Nuestro amor se congeló La llama de nuestra pasión no existe más Nuestra complicidad es simplemente un recuerdo Aquellas noches eternas en que hacíamos el amor han quedado en el pasado Nuestro amor es uno de los tantos ciclos que han tenido que cerrarse El deseo se fue dejando en su lugar pleitos, reclamos, reproches La alegría se mudó y el rencor ocupó su lugar Aquellas pláticas interminables, llenas de risa, de encanto, no son más Los juegos de seducción ya no son divertidos como lo eran antes Los besos que nos damos simplemente ya no saben igual El fuego en nuestras miradas simplemente se extinguió Las ardientes caricias se congelaron Las palabras se volvieron secas, toscas, frías Las conversaciones perdieron la miel y se volvieron gritos, espinas que se [clavan en lo más profundo del ser Lo nuestro ha acabado y no hay nada que podamos hacer Todo el deseo, la pasión, la complicidad, la dulzura, la fantasía, el amor fue ahogado por el hastío, por la costumbre ¿Por qué ha terminado? ¿Por qué llegamos a esto? ¿Cómo pudimos ser derrotados en algo que parecía tan fuerte, tan eterno? ¿Por qué muere, de esta manera, un amor que parecía no tener límites? ¿Qué hicimos mal? ¿Qué fue lo que falló? ¿Cómo, de la nada, creció entre nosotros este abismo que ahora nos separa? Mi amor por ti era puro y ahora ha muerto No quiero decir adiós, pero sé que tengo que hacerlo No quiero despedirme, pero sé que el tiempo ha llegado No quiero que acabe, pero sé bien que ya ha acabado De nada sirve que me desees lo mejor en la vida, porque sin ti, lo mejor de mi vida se ha ido Llévate mi alma, es tuya, no la quiero Sólo quiero, antes de que tú te vayas, que esta despedida sea sellada con un beso Un beso honesto, un beso eterno Un beso que perdure en mi alma por el resto de mi insignificante existencia Un beso como el de aquel primer día Un beso tal que te recuerde por el resto de mi vida.
es
Aleixandre,Vicente
<XXI
Los_Amantes_Enterrados
Aún tengo aquí mis labios sobre los tuyos. Muerta, acabada, ¡acábate! ¡Oh libertad! Aquí oscuramente apretados, bajo la tierra, revueltos con las densas raíces, vivimos, sobrevivimos, muertos, ahogados, nunca libres. Siempre atados de amor, sin amor, muertos, respirando ese barro cansado, ciegos, torpes, prolongamos nuestra existencia, hechos ya tierra extinta, confusa tierra pesada, mientras arriba libres cantan su matinal libertad vivas hojas, transcurridoras nubes y un viento claro que otros labios besa de los desnudos, puros, exentos amadores.
es
Corcoba,Víctor
XXI
En_Una_Ola_De_Inquietud
En una ola de inquietud, la expiración nos alcanza. El cielo es una esperanza, y la tierra la quietud. ¡Halle el alma plenitud! Nadie puede comprar vida. En la tierra no se anida. Ni el rico lleva riqueza, ni el pobre lleva pobreza. ¡No hay llegada sin partida!. ¡No hay partida sin llegada!. Llegar sin herida alguna, a los labios de la luna, y descubrir todo y nada, ¡sentir el sol sin espada! Dejar atrás el dolor, amar tan solo el amor, ¡qué ya no existe la cruz!, pues el amor es la luz, ¡en eterna vida en flor!
es
Bello,Andrés
<XXI
Moisés_Salvado_De_Las_Aguas_(Imitación_De_Víctor_Hugo)
«¡Compañeras, al baño! alumbra el día la cúpula lejana; duerme en su choza el segador, y enfría las ondas la mañana. »Menfis apenas bulle; hospedadora nos da la selva abrigo; y, tendremos, amigas, a la aurora por único testigo. »De Faraón, mi padre, el jaspeado palacio al mundo asombra; a mí del bosque el pabellón, del prado me agrada más la alfombra. »¿Qué son las fuentes en que el oro brilla, y el mármol de colores, a par del Nilo, y de esta verde orilla esmaltada de flores? »No es tan grato el incienso que consume en el altar la llama, como entre los aromos el perfume que el céfiro derrama. »Ni en el festín real me gozo tanto, como en oír la orquesta alada, que esparciendo dulce canto anima la floresta. »¿Veis cuál se pinta en la corriente clara el puro azul del cielo? El cinto desatadme, y la tïara, y el importuno velo. »¿Veis en aquel remanso trasparente zabullirse la garza? Las ropas deponed; y al blando ambiente el cabello se esparza. »¡Ea! trisquemos en el fresco baño, alzando blanca espuma... Mas ¿qué objeto descubre tan extraño la fugitiva bruma? »Mirad: enfrente al sicamor sombrío, que verdes arcos tiende sobre la playa, un bulto por el río lentamente desciende. »No temáis: de una palma el tronco anciano, que en demanda navega de las altas pirámides, liviano sobre las ondas juega. »¿O es de Hermes por ventura el carro leve? ¿O es la concha divina de Isis, que con suave aliento mueve la brisa matutina? »¿Qué digo? es tierno niño, que en ligera barca duerme al sereno arrullo de las olas, cual pudiera en el materno seno. »Arrastra el Nilo la flotante cama, cual nido de avecilla que arrebatado hubiese a la retama de su silvestre orilla. »¡Qué de peligros corre a un tiempo mismo! ¿Cuál puerto de salud lo aguarda? ¿Mece el proceloso abismo su cuna o su ataúd? »¡Los ojos abre, hijas de Menfis! llora ¿Pudo una madre, ¡oh cielo!, al agua abandonar devoradora el hijo pequeñuelo? »Tiende los brazos, ¡ay!, cual si supiera su malhadada suerte; y son frágiles cañas la barrera que presenta a la muerte. »Es de la raza de Israel, sin duda, que mi padre sentencia a proscripción... pero ¿qué ley sañuda proscribe a la inocencia? »¡Pobre niño! su llanto me conduele; a su madre afligida sucederá otra madre; salvarele; me deberá la vida». Ifisa hablaba así, joven princesa; y dócil al consejo de la piedad, acometió la empresa; y el juvenil cortejo A la virgen, que presta se adelanta, de confïanza llena, sigue, estampando con ligera planta la movediza arena. Semejaba, depuesto el blanco lino, revolando las blondas madejas por el hombro alabastrino, la hija de las ondas. El blanco pie con círculos de plata el espumoso río le ciñe; y ya a las olas arrebata el pequeño navío. Palpita con la carga que suspende, alegre y orgullosa; y en sus mejillas el color se enciende de la temprana rosa. Bullente espuma hendiendo, que se irrita y la presa reclama, el peso que la agobia deposita sobre la verde grama; y del recién nacido alegremente cercan todas la cuna; y sonrïendo, la asustada frente le besan una a una. Mas ¡oh tú, que de lejos a tu hijo por la playa desierta seguiste desolada, el rostro fijo en su carrera incierta! Llega; el hinchado seno da al infante; tu llanto ni su risa revelarán en ti la madre amante, pues aun no es madre Ifisa. En los brazos maternos, rocïado con lágrimas de duelo y de gozo a la par, dulce cuidado de la tierra y del cielo, El pequeño Moisés iba seguro; de Faraón crüel hospeda el regio alcázar al futuro caudillo de Israel. Y ante el trono de Dios, la faz velada con las alas, el coro que ve a sus pies la bóveda estrellada, pulsaba liras de oro. «Alégrate, Jacob, en el asilo de tu destierro (el canto así sonaba), y no al impuro Nilo se mezcle más tu llanto. »El Jordán a sus campos te convida; te oyó el Señor; Egipto marchar verá a la tierra prometida tu linaje proscripto. »Ese niño que virgen inocente salvó de olas y vientos, es el profeta del Horeb ardiente, rey de los elementos. »Humillaos, mortales insensatos, que al Eterno hacéis guerra; he ahí el legislador, que sus mandatos promulgará a la tierra. »Cuna humilde, baldón de la fortuna juguete del profundo, ha salvado a Israel; humilde cuna ha de salvar al mundo».
es
Morales,Carlos_Javier
XXI
Si_Es_Verdad_Tu_Presencia
Si es verdad tu presencia, si no mienten tus ojos ni tu sonrisa blanca, comprendo que este mundo te resultara extraño, que no tuvieras tiempo suficiente para encontrar razones a este violento error que padeciste. Si es verdad tu presencia, si no mienten tus ojos, lo que nunca comprendo es por qué sonreíste después de haber mirado al cielo y a la tierra y ver con esos ojos que aquí es donde vivías. Fue imposible saber nada de nada, nada de ti y nada de nosotros, e imposible saber quién fue más débil. Más justa fuiste tú, más dócil al destino inevitable que espera a toda rosa y que tanto se olvida. Por un día creí que la belleza tenía verdadero cuerpo humano y estaba a nuestro alcance poseerla de lleno (olvidaba el destino de la rosa). No me atrevo a negar que sea posible, pero tú me convences de que no en este mundo. Si es verdad tu presencia, si no mienten tus ojos ni tu sonrisa blanca, hubiese sido injusto, imperdonable, que fueras posesión de un solo hombre hecho del mismo barro que nosotros.
es
Andreu,Blanca
<XXI
Y_Corría_La_Sangre_Como_Una_Estatua_Rota_Por_Las_Habitaciones
Y corría la sangre como una estatua rota por las habitaciones mientras aullaban los príncipes sapos y los armiños se escondían entre el trigo y corría la sangre como una estatua rota en el oro del musgo y de la nieve y potros como pajes delgadísimos se quemaban sobre la tierra espesa y el unicornio joven hablaba de arte y prefería a Tiépolo y todo era pálido y cortés y corría la sangre más niña sobre cabalgaduras encendidas y los dulces lebreles inventaban el fuego pulsando caza calcinada, ardor y soledad. Se tiñeron los muros de cárdeno cruel, las murallas del mundo de un rojo que no existe, y caían mis manos como presas y víctimas, sollozaban por ellas los topos en mística ceguera y los lagartos. Y fue la sangre pureza potencial, dolor, ciencia y heráldica violenta mientras las águilas dormían la primavera lejana.
es
Burgos,Julia_de
<XXI
Una_Risa_Se_Me_Acaba_De_Reír_En_Los_Labios
Una risa se me acaba de reír en los labios. —¿Risa de qué? —De todo lo creado. Un llanto se ha echado a llorar dentro de mis ojos. —¿Llanto de qué? —De todo lo soñado. Un olvido se me ha olvidado en el bosquejo de mi mente. —¿Olvido de qué? —De todo lo pasado. Un desprecio se ha despreciado él mismo en mi mañana. —¿Desprecio de qué? —De todo lo futuro. ¿Qué me queda el presente? Lo río.. Lo lloro... Lo olvido... Lo desprecio...
es
Sérvulo,Felipe
XXI
Tus_Manos_Como_Sur
TUS MANOS COMO SUR, y sobre el campo seco, la jícara del agua nueva. Por febrero, la tierra prometida del no volverás, el cuello frágil del corazón que se vuelve novio y talismán de la palabra. Ser tu héroe que busca toda la lluvia del universo. Tanto buscarte y no verte en cada gota.
es
Serna_G.,Ricardo
XXI
Hoy_Sólo_Pienso_En_Tu_Muerte
Hoy sólo pienso en tu muerte, En el tiempo que abrió mi huida: No sé como existo si no estoy conmigo, No sé como no existes si estoy contigo. Las nubes y el aire respiran mi pena: Cuarenta ocho años fueron pocos para entregarte mi vida, Ni un instante dejó, inmensamente, de ser tuyo; Fluye, nada se mueve, ni los recuerdos en el paraíso. Tu voz duerme el viento de mis días, La noche al caer la tarde, El ave danza en las sombras en medio de la luz de la luna, Dos torres, mi cama y mi sueño, sufriendo. Las lágrimas abren silenciosas el cofre de los tesoros, Algo cae en los espejos de mis entrañas, El río se conmueve con la lluvia de estrellas Y en un gran silencio de espera nace el nuevo día. Las nubes y el aire respiran mi pena: Cuarenta ocho años fueron pocos para entregarte mi vida, Ni un instante dejó, inmensamente, de ser tuyo; Fluye, nada se mueve, ni los recuerdos en el paraíso. Tu voz duerme el viento de mis días, La noche al caer la tarde, El ave danza en las sombras en medio de la luz de la luna, Dos torres, mi cama y mi sueño, sufriendo. Las lágrimas abren silenciosas el cofre de los tesoros, Algo cae en los espejos de mis entrañas, El río se conmueve con la lluvia de estrellas Y en un gran silencio de espera nace el nuevo día. Tu voz duerme el viento de mis días, La noche al caer la tarde, El ave danza en las sombras en medio de la luz de la luna, Dos torres, mi cama y mi sueño, sufriendo. Las lágrimas abren silenciosas el cofre de los tesoros, Algo cae en los espejos de mis entrañas, El río se conmueve con la lluvia de estrellas Y en un gran silencio de espera nace el nuevo día. Las lágrimas abren silenciosas el cofre de los tesoros, Algo cae en los espejos de mis entrañas, El río se conmueve con la lluvia de estrellas Y en un gran silencio de espera nace el nuevo día.
es
López_Pozo,Marco_Antonio
XXI
Soñé_Ser_Tuyo_Y_En_Mi_Afán_Tenerte_Mía
Soñé ser tuyo y en mi afán tenerte mía, regalarte un nardo o una rosa para que pasee a nuestro lado y en un profundo amor nos llamen Padres. Creía que todo eras tú y lo sé ahora. Creía que todo eras tú y lo sé ahora.
es
Rojas,Gonzalo
<XXI
Fax_Con_Ventolera
Fax con ventolera y una rosa, hoy salió de esto Rojas —Gonzalo como le pusieron en el agua—, iba solo, no hay epitafio que escribir en cuanto a su suerte, ni cuerpo que respirar, escasamente se dirá de él que vino rápido y ha salido, que ya no está entonces, que no hay estrellas para él, que carnalmente va encima del vidrio que lo encarcela una rosa a modo de instrumento de perdición, que ha salido y eso es todo.
es
Buesa,José_Ángel
<XXI
Y_Ante_Mi_Abrazo_Te_Sentí_Rendida
Y ante mi abrazo te sentí rendida... y ante tu sumisión, mis besos sabios pusieron a temblar entre tus labios ansias de amor y de placer y vida... Fue un instante no más, uno de esos siglos-instantes que el amor nos brinda, prometiéndole un lauro al que se rinda primero en la batalla de los besos... Lo ves, mujer... No cabe en la materia la espiritualidad de lo insensible; todo es vencido ante el irresistible empujón de la carne y su miseria.... Y te sentí temblar como la fronda al soplo tibio de la brisa vaga, cuando en su trino el ruiseñor divaga y peina el sol su cabellera blonda... Y te sentí temblar como la onda que su quietud sobre la arena apaga, y como el ave que sin rumbo vaga y un circulo invisible traza y ronda. Y te sentí languidecer al peso de mis labios, al peso de un gran beso que perfumó en tus labios a un suspiro, tal como languidece en la laguna un cisne enamorado de la Luna, al no hallarla en el cielo de zafiro... Y te sentí latir, tal como late al manotazo del ciclón la hoja, como en la espada late, humeante y roja, la sangre que bebiera en el combate; tal como el sauce que su frente abate cuando la nube en su aflicción lo moja, o como el oceáno que se enoja y en el escollo solitario bate. Y te sentí vencida, con el lento y anhelado y temido vencimiento del sol, cuando la Noche abre la puerta del negro templo de su Dios ignoto; y te sentí dormida, como un loto en la serenidad de un agua muerta... Y te sentí anhelante y temblorosa cual la irisada espuma de un torrente; como un lucero en la región silente, insinuando una seña misteriosa; cual la palma que agita, rumorosa, su abanico de jade, lentamente, como despunta en un jardín durmiente el milagro de gracia de una rosa; y cual la cierva cuando la acorrala la jauría, cual ave moribunda que pliega triste su ya inútil ala, y adoré tu sensual melancolía llena de rendición meditabunda, ¡y te sentí profundamente mía!...
es
Parra,Nicanor
<XXI
Yo_Tenía_Un_Fiel_Amigo
Yo tenía un fiel amigo de lento mirar cansado triste como un jardinero y puro como un relámpago. Tenía las manos suaves como el corazón de un pájaro al andar casi danzaba y hablaba casi cantando. Como ríos paralelos vagábamos por los campos yo lo confundía a veces con la sombra de algún árbol. El cielo que lo cubría no podía ser más alto y el nardo azul de su alma no podía ser más nardo. Si hubiera sido de agua ¡qué compañero tan claro! serenos como sus ojos nunca se verán dos lagos. Amigo dulce dormido que nunca será olvidado ni en el día en que se cierren para mí todos los astros.
es