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entre los habitantes, generando luego dialectos tribales y regionales que se
entrelazaron entre ellas hasta llegar al lenguaje llamado quechua. Según algunas
teorías se dice que la creación y fusión lingüística se dio en la región central del
Perú, posiblemente nació en la zona de Yungay (10,600 AC Cueva del Guitarrero),
desarrollándose en múltiples pueblos vecinos hasta llegar a pueblos estado como
Caral (3,500 AC, Supe), luego hacia Chavín de Huantar (1,500 AC), después a
Sechin (1,000 AC) y Pachacamac (1000 DC, Lima) entre otros. Cuentan algunos
especialista que hubo momentos en la historia del Perú que la capital que irradiaba
el lenguaje quechua podría haber sido Caral, Chavin de Huantar y algunas otras
ciudades muy antiguas de la región central ya al final el Imperio Inca, Pachacámac
dicen que fue la ciudad donde concurrían los peregrinos del norte, sur y Oriente del
imperio Inca.
La lengua Quechua se remonta a la época Preincaica, que puede abarcar más de
17.500 años, y numerosos periodos culturales como los de Caral, Chavín, Lima,
Mochica, Nazca, Paracas, Virú, Tiahuanaco, entre otros, hay muchas formas de
clasificar estos periodos o épocas preincaicas de la historia del Perú; sin embargo,
son dos las que alcanzan un grado de aceptación relevante. La primera es la
cronología procesal, decir de acuerdo al desarrollo cultural del historiador y
arqueólogo peruano, Federico Kauffmann Doig, y segunda la cronología estilística
que está basada en el desarrollo artístico, sostenida por el historiador Gordon R.
Willey.
De otro lado, prestigiosos lingüistas han comprobado que toda lengua, en su lento
proceso evolutivo, sufre, necesariamente cambios incesantes en todo su sistema
fonético que es el conjunto de sonidos, morfológico que es el tratado de las
diversas formas de la lengua, semántico- lexicológico que es el estudio del
significado de las palabras esto en virtud a la ley universal de mutación lingüística,
cuya sujeción es inevitable y progresiva.
El lingüista e historiador Hockett precisa que en un siglo, como promedio, una
lengua se fragmenta en sus dialectos locales; y en un milenio, algunos de estos
dialectos, se convierten en lenguas diferentes.
El quechua, es una familia de lenguas originarias de los Andes que se extiende por
la parte occidental de Sudamérica a través de varios países, según algunos
entendidos dicen que es hablada por entre 14 millones y 9 millones de personas sin
embargo estamos en condiciones de afirmar que solo en el Perú hay más de 10
millones de bilingües (quechua-español) y más de 4 millones de monolingües
(quechuas) pero siendo mucho más objetivos podemos decir que el Perú es
bilingüe español-quechua-español), tal como se comprueba en sus toponimias,
zoonomías, fitonimias y antroponimias esparcidas en todo nuestro territorio, que no
tiene origen común con ninguna otra lengua o familia lingüística, por lo que es
considerada la segunda familia de lenguas más extendida en América, seguida del
guaraní y luego del aymara.
La tipificación de las lenguas que conforman la familia quechua ha sido
controvertida debido a que no todas las variedades son mutuamente inteligibles ni
existe alguna con la cual cada una lo sea. Desde mediados del siglo XVII se
extendió el mito de que el quechua era una lengua única con algunas variantes
habladas por los curacas andinos (jefes políticos y administrativos de los ayllus
andinos).
1.1.2 Expansión del quechua según Alfredo Torero (1970-1974), sobre la base
de relaciones económicas.
En la década de los 70 el Historiador Alfredo Torero sostuvo que la cuna del
quechua se hallaba en la costa y sierra centrales, sobre todo en Lima, por ser el
área de mayor variación dialectal, opinión que fue apoyada por algunos lingüistas
como Escobar, Cerrón Palomino, Parker, David Weber entre otros.
El historiador y lingüista Alfredo Torero refiere haber encontrado en la lengua
quechua un
total de 37 variaciones dialectales en todo el Tahuantinsuyo, deduciendo que la
fragmentación del quechua, quichua, se haya producido en un lapso aproximado de
2, 500 años, desde el nacimiento hasta el ingreso de la lengua castellana (Época
de la Colonia), teoría reforzada por la evidente realidad que encontramos en las
toponimias, fitonimias zoonomías y antroponimias encontradas en esta parte del
territorio del Perú, las cuales se remontan miles de años antes del incanato cuya
capital fue el ombligo del mundo el Cusco donde se cultivó y conservo esta lengua
al principio como idioma de uso exclusivo del Inca y sus funcionarios (inkasimi)
recogiendo añadiendo y cultivando en sus vocablos algunos dialectos y lenguas
como el aymara. El inca con sabiduría jamás mutilo el derecho de conservar su
lengua autóctona a los pueblos conquistados, guardando cual biblioteca de
Alejandría la cultura quechua en sus distintas manifestaciones materiales (tokapos,
qhipus, tablas, etc.), en lo que hoy es el templo del sol o qorikancha, hasta cuando
los conquistadores quemaron casi la totalidad de estos pretextando el hallazgo de
depósitos de brujería y pactos endiablados; quedando hasta hoy reducido vestigio
de este material; lo que no lograron arrebatarnos es la memoria oral del quechua
que motivó y motivará su expansión a lo largo y ancho de toda América del sur,
tanto más que nuevamente ha empezado a recobrar su lugar en la cultura nacional
y mundial.
Torero se impuso la enorme tarea de ahondar la investigación sobre la procedencia
del quechua. Aceptó material lingüístico o información extraída de fuentes escritas
en los siglos XVI y XVII. Sus estudios glotogronológicos y de geografía lingüística,
reforzados con información arqueológica, lo llevaron a confirmar científicamente el
origen costeño del quechua, y a postular una cronología de su expansión como
lengua general por el territorio del Tahuantinsuyo.
Dando por sentado que toda expansión cultural se mueve al impulso de intereses
económicos, Torero desarrolla la historia social del quechua sobre la base de
relaciones comerciales interregionales de la costa, sierra y Selva. Estas relaciones
a su vez están determinadas por las diferentes situaciones ecológicas de los
pueblos andinos, y por la producción de excedentes.
Así por ejemplo, a principios de nuestra era, Moche, Lima y Nazca fueron valles
muy ricos cuyas poblaciones ejercieron influencia religiosa en áreas extensas,